Eutanasia: hasta dónde manda el enfermo
Morfina Roja
Cristina Losada

 

También para los que no la quieren

        Luxemburgo ha debatido intensamente una ley de eutanasia que, aparentemente, nadie quiere. Si no fuera porque la rechazó el Gran Duque Enrique, pocos se habrían enterado de que la opiniçon pública del pequeño país está en contra y que sólo mediante una pirueta (30 votos a favor, 26 en contra y 3 abstenciones) fue aprobada en la cámara. Con la esperanza de que la votación pudiera cambiar a última hora, ayer incluso Benedicto XVI manifestó, ante varios embajadores (incluido el de Luxemburgo), su "grave preocupación", e instó a respetar la "inviolable naturaleza" de la vida humana.

        Los avances de la medicina paliativa y el reconocimiento desde 2005 en Francia (gracias a la comisión presidida por el diputado Jean Leonetti) del derecho a renunciar a los tratamientos médicos, ha quitado fuerza a los defensores de la eutanasia. Pero aún más ha sido la práctica de la eutanasia en Holanda la que ha evidenciado que la presunta primacía de la decisión del enfermo, no sólo sobre los tratamientos, sino sobre su propia vida, no está exenta de consecuencias. La eutanasia se aprueba para satisfacer al que pide la muerte, y acaba matando a muchos que no la piden. Muchos más que los casos extremos cuya muerte "por compasión" se pedía.

        En Holanda sólo se publican cifras sobre la eutanasia cada cinco años. En 2002, se reformó la ley para quitar la obligación de que los médicos informaran al fiscal: sencillamente porque en el 51% de los casos los médicos no informaban. Se trataba de hacer más sencillo (y menos peligroso para el médico) el procedimiento. Pero ni por esas.

Sin consentimiento

        En 2005 hubo en Holanda 2.871 casos declarados de eutanasia, "involuntaria" en el 19% de ellos. Pero, además, se declararon 11.185 sedaciones terminales y en el 41% de ellas (aplicando la encuesta publicada en 2004 por la revista norteamericana Annals of Internal Medicine), no se contó con el consentimiento de los enfermos, en su mayoría dementes o delirantes. Si sumamos ese 41% de sedaciones sin consentimiento a las eutanasias voluntarias, resulta que el 3'8% de las personas que mueren en Holanda lo hacen por accion de un médico que no les ha pedido el consentimiento. El 52% de los 410 médicos entrevistados por la revista, había realizado eutanasias.

        En España, el ministro Soria propone un debate sobre la eutanasia, mientras la asociación que la propugna, DMD, dice tener 2.300 socios y, entre ellos más de un centenar de médicos, algunos de los cuales hacen eutanasias a petición. Ya en 1998 Janet Goodall escribía en British Medical Journal que la muerte preocupa más de lo normal a los médicos. Y, curiosamente, aseguraba que, tras hacer eutanasias, muchos médicos holandeses se interesaban por los cuidados paliativos. Tarde para algunos. Sobre todo los pacientes, voluntarios o no.

 

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