Un estudio en 'The Lancet' revela que la ley promovió lo que quería evitar

Australia: lecciones de un ensayo de legalización de la eutanasia

Diario Médico. Jueves, 8 de octubre de 1998


nos pocos meses bastaron para ver que no servía

 

DM Londres

Nueve meses duró la posibilidad jurídica de la eutanasia en el Estado de Territorio del Norte, en Australia, el único lugar del mundo donde esta práctica se legalizó propiamente. Una vez derogada, el último número de The Lancet publica un estudio de los siete casos que se acogieron a esta ley. El análisis revela que, aunque la ley enfocaba la eutanasia como una elección serena, fueron precisamente los más vulnerables quienes recurrieron a ella.

 

 

 

Se repiten los mismos datos de otros sondeos

 

 

DATOS RELEVANTES

Lecciones que se desprenden de 9 meses de legalización de la eutanasia en Territorio del Norte.

1. El dolor no fue la causa principal para solicitar la eutanasia.

2. Depresión, aislamiento, soledad o temor a ser una carga fueron los detonantes.

3. La depresión se detectó mal y se trató peor en cuatro de los siete casos.

4. El psiquiatra quedó reducido a un mero emisor de certificados: los pacientes recelaban de él y no se sometían a tratamiento.

5. No es fácil precisar cuándo un enfermo es terminal.

 

 

El Parlamento Federal revocó la Ley después de un concienzudo estudio

 

David Kissane, director del Centro de Cuidados Paliativos de la Universidad de Melbourne y Annette Street, de la La Trobe University School of Nursing, han realizado una revisión de los siete casos que trataron de acogerse a la Ley de Derechos de los Enfermos Terminales durante los nueve meses en que estuvo vigente -pues fue finalmente revocada por el Parlamento Federal- en el Estado del Territorio del Norte, en Australia.

Esta tarea se ha llevado a cabo mediante entrevistas en profundidad con Philip Nitscke, médico general y el único facultativo que se prestó a realizar esta práctica, que también firma el artículo. El estudio se completó con el análisis documental de textos públicos redactados por los pacientes, los medios de comunicación y los forenses.

 

 

 

Garantizada la atención médica los candidatos prácticamente desaperecen

 

Estudio de campo

Todos los pacientes padecían cáncer. Dos trataron de acogerse a la ley antes de que se hubiese aprobado: uno de ellos se suicidó el otro falleció de manera natural. Cuatro recibieron la eutanasia a manos de Philip Nitscke. Otro paciente más que reunía los requisitos legales y consideró someterse a la eutanasia retrasó su decisión hasta que la norma fue revocada.

La ley establecía que el enfermo terminal que acusase dolor, sufrimiento y molestias hasta un extremo inaceptable podía solicitar a un médico que le ayudase a poner fin a su vida. Este médico debía tener el convencimiento razonable de que la enfermedad era terminal y que su curso normal llevaría a la muerte del paciente de no aplicar medidas extraordinarias. Se exigía, además, que no existiesen alternativas terapéuticas aceptables para el paciente; en definitiva, que los cuidados paliativos fuesen la única alternativa.

A continuación un segundo médico de la especialidad propia de la enfermedad en curso debía confirmar la naturaleza terminal del proceso. Si el primer médico carecía de al menos cinco años de experiencia general o de dos en cuidados paliativos, un tercero con estos requisitos debía informar al paciente sobre si existían cuidados paliativos a su alcance.

 

 

 

Habría que poner remedio a las causas, no médicas, que inducen a solicitarla

 

Social, no médico

El dolor no fue un problema clínico significativo en ninguno de los siete pacientes. Las razones que les llevaron a pedir la eutanasia fueron, sobre todo, el miedo, el temor a ser una carga, el aislamiento social, la futilidad, la desesperación y la depresión.

La influencia del lenguaje es palmaria en los historiales de los pacientes, en los que domina el mensaje de "no se puede hacer nada más" en boca del especialista que les trataba. La falta de esperanza ante la ausencia de tratamiento sofisticado hacía que los pacientes prescindiesen de ponderar la posibilidad de recibir un tratamiento continuado y completo de todos sus síntomas.

 

 

 

Habría que diagnosticar y tratar adecuadamente las situaciones depresivas

 

Depresión no tratada

Cuatro de los siete pacientes tenían síntomas significativos de depresión. Uno de ellos estaba bajo tratamiento por depresión mayor cuando solicitó la eutanasia, otro se suicidó y la autopsia reveló un cáncer en estadio temprano y aún curable. La ley redujo el papel del psiquiatra al de controlador, lo que suscitó la animadversión de los pacientes, que nunca se sometieron a un tratamiento de esta especialidad. Aunque la ley pretendía evitar que los pacientes depresivos recurriesen a la eutanasia, lo cierto es que la depresión se detectó mal y se trató peor.

El aislamiento social era una causa fundamental en tres de los pacientes. "La sociedad podría responder con apoyo por parte de voluntarios en lugar de contemplar cómo la soledad se convierte en la razón de la eutanasia" afirman los autores del estudio.

En algunos casos fue muy difícil para los médicos intervinientes ponerse de acuerdo sobre si el enfermo era terminal. "La ley no daba método alguno para resolver las diferencias de opinión médica. Desde el punto de vista científico puede ser extraordinariamente difícil precisar cuánto le queda de vida a un paciente con cáncer", añaden.

 

 

 

Acaban siendo candidatos los social o médicamente más desprotegidos

 

Los más vulnerables

El estudio revela que, "en el breve periodo de vigencia de esta ley, es evidente que sus disposiciones no fueron una garantía eficaz para proteger a los más vulnerables". El papel de mecanismo de seguridad atribuído al segundo médico y al psiquiatra resultó ser muy problemático para los médicos implicados y no aumento la calidad de la asistencia.

Además, "en todos los casos había alternativas de tratamiento claras y no se hizo un buen empleo de los cuidados paliativos. Esta revisión de casos muestra hasta qué punto es necesario la formación médica para aumentar el nivel de los cuidados paliativos en nuestra sociedad".

En Australia sólo el 50 por ciento de los pacientes con cáncer tienen acceso a cuidados paliativos: hay mucho camino por delante hasta alcanzar una asistencia de alta calidad.

"Precisamente cuando más en auge está el debate de la eutanasia, esta revisión de siete muertes demuestra el fracaso de las normas para lograr el fin que pretendían y suscita serias dudas sobre la capacidad del legislador para componer una regulación segura que proteja a los vulnerables y los incompetentes", concluye.

 

Conceptos

Testimonios

Los médicos

Gente diversa

Correo

La Filosofía

El Derecho

Con la Iglesia

New

Principal