Eutanasia: ¿Será Holanda quien marque el camino que va
a seguir el mundo?


No. Su legalización sería una desviación de los cuidados paliativos
[1] .

Una pregunta decisiva cara al futuro
La eutanasia, y en menor medida, el suicidio médicamente asistido, han sido socialmente aceptados y abiertamente practicados en los Países Bajos a lo largo de dos décadas. La reciente legislación holandesa sobre la eutanasia [2] lo que hace prácticamente codificar la que ya existía, y no presenta ningún cambio significativo en la praxis que se ha venido realizando en estos años. La única excepción que podríamos encontrar se da en algunos nuevos casos en los que se permite practicar la eutanasia cuando se trata de niños y adolescentes comprendidos entre 12 y 18 años. Sin embargo, las muertes de los jóvenes enmarcados en este grupo, en la mayoría de casos por cáncer o SIDA, no dejan de ser escasas: alrededor de 400 al año en toda Holanda, es decir, menos del 0.2% de todos los fallecimientos. La pregunta clave que nos hacemos no es cuándo las cosas cambiarán el Holanda, sino mas bien: ¿la legislación holandesa sobre la eutanasia y suicidio médicamente asistido motivará a otros países desarrollados a seguir el mismo camino?
La corriente legislativa actual no parece ser a favor de la eutanasia Esto nos parece altamente improbable. En Estadios Unidos de América, solamente el estado de Oregon parece dispuesto a aprovechar la oportunidad presentada por la resolución de la Corte Suprema de 1997, para legalizar la eutanasia y el suicidio médicamente asistido. En cambio, en los últimos cinco años, diez estados han presentado proyectos de ley pidiendo que se determine la ilegalidad de la eutanasia y el suicidio médicamente asistido; y cinco estados más están en ello. En 1998, después de un referéndum en el estado de Michigan se llegó al aplastante resultado de 70% contra 30%, pidiendo que se rechace la legislación del suicidio médicamente asistido; y en el 2000 sucedió lo mismo en Maine. De forma parecida, la historia en Alemania nos hace pensar que es poco probable que se apruebe esta legislación. A pesar de que el actual movimiento germánico pro eutanasia está basado en la idea de que ésta sólo se pondría en práctica una vez que el paciente lo ha pedido; a pesar de que las encuestas de opinión parecen presentar su apoyo, no podemos olvidar que la legalización de la “eutanasia nazi” para la purificación de la raza, aprobada por el estado y practicada voluntariamente por profesionales de la medicina, provoca que actualmente, médicos y políticos se sientan poco dispuestos a promover estas prácticas. Esta  misma reacción parece estar presente en los países escandinavos, donde intentan dejar atrás el recuerdo de recientes revelaciones sobre  prácticas de esterilización originadas en la autoridad estatal. Y algo parecido sucede en el sur de Europa:  existe una reticencia a llevar adelante encuestas sobre eutanasia y suicidio médicamente asistido: convencer a los legisladores que aprueben este tipo de intervenciones se mira inconcebible en estos momentos.
Se va demostrando que no es útil para mejorar la calidad de la muerte Pero más allá de las incertidumbres de los políticos, existe algo más profundo que hace que la práctica de la eutanasia y el suicidio médicamente asistido resulte, a nivel general, poco probable y hasta contraproducente. Se han presentado recientemente muchas encuestas  y otros datos empíricos que nos hacen ver cuán irrelevante sería el permitir la eutanasia y el suicidio médicamente asistido como medio para garantizar una mejor calidad en el cuidado del que está por morir.
Los enfermos muere el mal atendidos médicamente Existe una amplia evidencia de que el proceso que se sigue con el paciente terminal está lejos de ser óptimo. Muchos de estos pacientes sufren innecesariamente síntomas físicos como dolor, dysnopea, nauseas y vómito; un buen número padecen depresión no tratada, ansiedad y sensación de desesperanza; y no son pocos los que sienten que han perdido su dignidad. Justamente esta percepción de que la muerte es un proceso doloroso, rodeado de padecimientos innecesarios y de la pérdida de la dignidad, ha impulsado a realizar campañas –con apoyo público– a favor de la legalización de la eutanasia y el suicidio médicamente asistido.
Los pacientes no piensan en la eutanasia para mejorar su calidad de vida en los últimos momentos La única justificación real para legalizar la eutanasia y el suicidio médicamente asistido está el evitar la situación dolorosa mencionada. Pero, ¿se ha logrado evitarla? Parece que no. Inclusive en Oregon y en Holanda, la eutanasia y el suicidio médicamente asistido han sido utilizados por una muy pequeña minoría de casos de enfermos terminales. La información más reciente de Oregon nos muestra que sólo 9 de 10000 muertes (0.009%) han ocurrido por suicidio médicamente asistido [3] .  En los Países Bajos, inclusive después de 20 años de práctica e incluyendo la eutanasia involuntaria (cuando falta el consentimiento contemporáneo del paciente o se violan las medidas de protección), solamente el 3.4% de todas las muertes se han realizado por eutanasia o suicidio médicamente asistido [4] . Esta información nos hace ver que en Oregon, más de 99% de todos los fallecimientos, y en Holanda, un número que supera el 96% han ocurrido sin una actuación voluntaria de poner fin a la vida [5] . También es cierto, en contrapartida, que el número de pacientes holandeses que preguntan por eutanasia es tres veces mayor al de aquellos que finalmente la utilizan; pero incluyendo a estos pacientes, la eutanasia y el suicidio médicamente asistido no juegan ningún papel en el 90% de los pacientes terminales. Por lo tanto, si el objetivo de  estas prácticas es mejorar la calidad del cuidado de aquellas personas que se encuentran en los últimos momentos de su vida, la batalla por legalizar la eutanasia resulta emocionalmente cargada de irrelevancia.
La legalización de la eutanasia iría en contra de la calidad médica Es más, la legislación de la eutanasia y el suicidio médicamente asistido podría resultar contraproducente. Tiempo, recursos, energía, son siempre escasos. Centrarse en la eutanasia y el suicidio médicamente asistido significa dejar de poner esfuerzo en otras actividades, quizás más corrientes y ordinarias, pero más necesarias para mejorar los últimos momentos del 90% o más de los pacientes en estado terminal, que jamás, ni siquiera remotamente, han deseado la eutanasia. Estas actividades que mencionamos incluyen el entrenamiento de médicos, enfermeras y el resto  personal sanitario relacionado con la materia, para que puedan mantener una mejor comunicación con los enfermos terminales; el mejor tratamiento del dolor, la anorexia, el insomnio, la fatiga y otros síntomas; y también el mejor tratamiento de la depresión [6] .  También se incluyen dentro de estas actividades el preparar a los médicos, sobre todo a los no oncologistas, para que estén preparados en la atención de este tipo de pacientes; y estén aptos, además, en preparar para la muerte desde el primer momento a sus pacientes terminales. Estamos hablando además de mejorar –con el necesario desarrollo– los hospitales creando unidades de cuidados paliativos y servicios de consulta. Por último, si queremos facilitar que los pacientes terminales puedan morir en casa, es necesario crear mejores sistemas de coordinación y comunicación sobre los cuidados paliativos para enfermedades terminales.
Se hace necesario trabajar para que los pacientes tengan una verdadera muerte digna Así de sencillas son las metas. Para lograrlas se requiere un cambio sistemático que nos lleve a mejores inversiones en la educación y el uso de medios. Estos cambios sistemáticos no se van a alcanzar de forma fácil ni rápidamente: es necesario romper viejos moldes y hábitos, y empezar luego a fraguar nuevas infraestructuras. Estos cambios requieren un continuo y duro trabajo en actividades que no son particularmente complicadas o de alta técnica. Ya es hora de apagar la luz publicitaria de la eutanasia, y centrarse en el silencioso y no reconocido proceso de cambio, para lograr que la mayoría de los pacientes terminales  tengan una muerte digna.

Ezekiel J Emanuel, director.

Department of Clinical Bioethics, Warren G Magnuson Clinical Center, National Institutes of Health, Bethesda,MA 20892, USA (eemanuel@mail.cc.nih.gov)



[1] El título original del artículo es: Euthanasia: where the Netherlands leads will the world follow? No. Legalisation is a diversion from improving care for the dying

[2] Sheldon T. Holland decriminalises voluntary euthanasia. BMJ 2001; 322: 947[Full Text].

[3] Sullivan SD, Hedberg K, Hopkins D. Legalized physician-assisted suicide in Oregon, 1998-2000. N Engl J Med 2001; 344: 605-607[Full Text].

[4] Van der Maas PJ, van der Wal G, Haverkate I, de Graaff CLM, Kester JGG, Onwuteaka-Philipsen BD, et al. Euthanasia, physician-assisted suicide and other medical practices involving the end of life in the Netherlands, 1990-1995. N Engl J Med 1996; 335: 1699-1705[Abstract/Full Text].

[5] Emanuel EJ, Fairclough DL, Emanuel LL. Attitudes and desires related to euthanasia and physician-assisted suicide among terminally ill patients and their caregivers. JAMA 2000; 284: 2460-2468[Medline].

[6] Emanuel EJ, Emanuel LL. The promise of a good death. Lancet 198; 351: sII1-29.

 

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