Cuando se abdica de la metafísica...

José Francisco Serrano Alfa y Omega 7.XII.2000 

El dramático tema de la pérdida del sentido de la realidad en tres actos


La eutanásica Holanda ha abdicado de la metafísica de la vida para disolverse en la física de la vida. Esta pérdida de realidad antropológica —¿acaso no nos están diciendo que el hombre está mal hecho?— es, también, la pérdida del principio de la realidad. Rainer Funk, discípulo dilecto y merecido de Erich Fromm, lo ha dicho bien claro en la entrevista que concedió a Emili J. Blasco, aparecida en el ABC del pasado lunes: El problema del hombre actual no es la libertad, no es la pregunta de si es libre o cómo puede ganar más libertad, que tanto preocupaba a quienes crecieron en un mundo de autoritarismos, sino el de la percepción de la realidad. Hoy, cuando la posmodernidad prefiere la escenificación, sin mirar a ver lo que se esconde tras el decorado, hay que luchar para que los hombres no huyan ante la realidad, sino que sean capaces de aceptarse como son.

La tragedia de la vida, en este caso del homicidio terapéutico, se desarrolla, en esta pérdida de la metafísica de la esencia y de la existencia de la realidad, en los siguientes actos:

Habiendo abdicado del misterio que da valor a la vida del hombre  

Primero: escribe, que no sólo dice, mi buen amigo y compañero José Luis Restán en el diario cibernético Libertad digital, http://www.libertaddigital.com/, en un artículo, oasis de auténtica libertad, titulado "Una civilización en quiebra": La cuesta abajo, emprendida por los legisladores holandeses hace ya bastantes años, ha llegado a la estación término de la legalización de la eutanasia (por supuesto, ¡en determinadas condiciones!) Ya el 19 de junio de 1999, un editorial del diario izquierdista Volkskrant levantaba de este modo la voz de alarma: "El futuro se presenta alarmante; un país rico, que sin embargo no quiere dedicar más presupuesto al cuidado de los ancianos más vulnerables; ciudadanos que consideran indigna la demencia y prefieren hacer desaparecer a los ancianos cuya situación va deteriorándose; y ancianos que no quieren molestar y van a firmar en masa peticiones para que se les aplique la eutanasia; un país, en resumen, que se sacude de encima todo lo enfermo, lo feo, o lo que resulta menos llevadero". (...) Cada vida humana encierra un misterio último que la hace infinitamente preciosa, sean cuales fueren las condiciones que atraviese; un misterio último que debería actuar como dique frente a la pretensión dominadora de cualquier clase de poder. Pero la famosa herencia espiritual (tan vaporosa en el texto de la Carta Europea de Derechos Fundamentales) fundada en el valor sagrado, único e irrepetible de cada persona humana, que ha sido la pieza clave del genio europeo, cuenta cada vez menos en la mentalidad de nuestras sociedades.

La pura realidad de la vida por cruel que aparece  

Segundo: Manuel Martín Ferrand, en el diario de Prensa Española, el pasado jueves 30 de noviembre: En 1939, Adolf Hitler promovió la primera ley conocida a favor de la eutanasia y, luego, sirvió, más que nada, para encubrir la eugenesia encaminada a "la mejora de la raza aria". Tan llenos están de sentimientos humanitarios y compasivos los defensores de la eutanasia que, arrebatados por ellos, tienden a abrir el camino de lo que, en verdad, son auténticos asesinatos. En esto se puede empezar, y se empieza, con la lástima piadosa por el que sufre y, poco a poco, llegar a quitar de en medio a la abuelita porque su cama le vendría muy bien a uno de los pequeños, harto de dormir en la habitación de sus hermanos. Con la vida, ni una sola ligereza.

En la voluntad individual la nunca ha sido fuente de legalidad  

Tercero: el periodista Alfonso Basallo, en el diario El Mundo, el pasado domingo: Se alega que, en este caso, es el enfermo terminal el que voluntariamente solicita la muerte. Pero el Estado no puede abdicar de su deber de proteger la vida, delegando su responsabilidad en la decisión del enfermo. La voluntad individual no es fuente de legalidad. Nadie tiene derecho a morir, por la sencilla razón de que no existe el derecho a la muerte. El derecho a la vida no depende de la voluntad individual, ni del consenso social, ni del juego de las mayorías. Es universal e intangible y sirve para todos.

En Holanda no está permitido disentir  

No hay, en esta tragedia de civilización, un post-scriptum, un punto y final. El punto y seguido debiera estar en la eutanasia de ciertas concepciones que sólo tienen la validez del eco de la intensidad de los gritos de sus corifeos. Hace ya algunos años, no muchos años, se publicó un pequeño libro que tenía como título Eutanasia. 100 cuestiones y respuestas. Hoy, en Holanda, y en tantos otros lugares, ya no permiten que algunas personas se hagan preguntas, porque se elimina su voz, se acaba con las respuestas. La vida está en peligro. Voz de alarma.

 

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