100 CUESTIONES SOBRE LA EUTANASIA

Debido a la actualidad del tema
presentamos un resumen con las ideas principales
del texto de la Conferencia Episcopal

Ofrecido por la Parroquia de San Fulgencio y San Bernardo de Madrid


1. ¿Qué es la eutanasia?

La palabra "eutanasia" no significa otra cosa que buena muerte, bien morir, sin más. Pero desde antiguo ha adquirido otro sentido más específico: procurar la muerte sin dolor a quienes sufren. Pero aún así puede significar muchas realidades distintas: dar muerte a un recién nacido deficiente, ayudar a un suicida, eliminar a un anciano que ya no vive dignamente, eliminar tratamientos dolorosos e inútiles que alargan la agonía sin esperanza de curación... Sin embargo esto último no sólo está permitido moralmente, sino que no hacerlo es también inmoral.


2. ¿Qué se entiende hoy por eutanasia?

Hoy, más estrictamente, se entiende por eutanasia el llamado homicidio por compasión, es decir, el causar la muerte de otro por piedad ante su sufrimiento o antendiendo a su deseo de morir por las razones que fuere.

En esta obra entenderemos como eutanasia la actuación cuyo objeto es causar la muerte a un ser humano para evitarle sufrimientos, bien a petición de éste, bien por considerar que su vida carece de la calidad mínima para que merezca el calificativo de digna.

Así considerada, la eutanasia es siempre una forma de homicidio, pues implica que un hombre da muerte a otro, ya mediante un acto positivo, ya mediante la omisión de la atención y cuidados debidos.

No es eutanasia, por tanto, el aplicar un tratamiento necesario para aliviar el dolor, aunque acorte la expectativa de vida del paciente como efecto secundario, ni tampoco el resultado de una imprudencia o accidente, ya que tampoco es buscada la muerte del enfermo.


7. ¿Cuántas clases de eutanasia hay?

Desde el punto de vista de la víctima la eutanasia puede ser voluntaria o involuntaria, según sea solicitada por quien quiere que le den muerte o no; perinatal, agónica, psíquica o social, según se aplique a recién nacidos deformes o deficientes, a enfermos terminales, a afectados de lesiones cerebrales irreversibles o a ancianos u otras personas tenidas por socialmente improductivas o gravosas, etc.

Desde el punto de vista de quien la practica, se distingue entre eutanasia activa y pasiva, según provoque la muerte a otro por acción o por omisión, o entre eutanasia directa e indirecta: la primera sería la que busca que sobrevenga la muerte, y la segunda la que busca mitigar el dolor físico, aun a sabiendas de que ese tratamiento puede acortar efectivamente la vida del paciente; pero esta última no puede tampoco llamarse propiamente eutanasia.


8. ¿Qué se entiende por distanasia?

La distanasia (ensañamiento terapéutico) es etimológicamente lo contrario de la eutanasia, y consiste en retrasar el advenimiento de la muerte todo lo posible, por todos los medios, proporcionados o no, aunque no haya esperanza alguna de curación y aunque eso signifique inflingir al moribundo unos sufrimientos añadidos a los que ya padece, y que, obviamente, no lograrán esquivar la muerte inevitable, sino sólo aplazarla unas horas en unas condiciones lamentales para el enfermo.


9. ¿Qué es la ortotanasia?

Con esta palabra se ha querido designar la actuación correcta ante la muerte por parte de quienes atienden al que sufre una enfermedad incurable en fase terminal. La ortotanasia estaría tan lejos de la eutanasia, tal como se ha descrito, como de la distanasia o encarnizamiento terapéutico.


11. ¿Cuáles son los argumentos para su legalización?

Cinco clases de argumentos, aunque no todos siempre:

- El derecho a la muerte digna, expresamente querida por quien padece sufrimientos atroces.

- El derecho de cada cual a disponer de su propia vida, en uso de su libertad y autonomía individual.

- La necesidad de regular una situación que existe de hecho, ante el escándalo de su persistencia en la clandestinidad.

- El progreso que representa suprimir la vida de los deficientes psíquicos profundos o de los enfermos en fase terminal, ya que se trataría de vidas que no pueden llamarse propiamente humanas.

- La manifestación de solidaridad social que significa la eliminación de vidas sin sentido, que constituyen una dura carga para los familiares y para la propia sociedad.

A lo largo del texto iremos se examinan estos argumentos.


12. Dolor y Muerte ¿obstáculos o parte de la vida?

Forman parte de la vida humana desde el mismo nacimiento entre dolores de parto de nuestra madre y la muerte es el destino inevitable de todo ser humano como culminación prevista, aunque incierta, de la vida, no son obstáculos, sino dimensiones de la vida. El miedo al dolor y a la muerte son algo natural e instintivo del hombre, pero no puede convertirse en obsesión el tratar evitarlos. Es bueno luchar por vencer la enfermedad y no es bueno eliminar seres humanos enfermos para que no sufran. Es bueno luchar en favor de la vida contra la muerte, y no es bueno, porque no es realista, rechazar la muerte como si se pudiera evitar.

Una muerte digna no consiste sólo en la ausencia de tribulaciones externas, sino que nace de la grandeza de ánimo de quien se enfrenta a ella. Es claro que, ante la muerte, el protagonista ha de afrontarlo en las condiciones más llevaderas pósibles, tanto desde el punto de vista del dolor físico como del sufrimiento moral. Los analgésicos y la medicina paliativa por un lado, y el consuelo moral, la compañía, el calor humano y el auxilio espiritual, por otro, son los medios que enaltecen la dignidd de la muerte de un ser humano que siempre, aun en el umbral de la muerte, conserva la misma dignidad.


22. ¿Por qué la eutanasia es la negación de la Medicina?

Porque la razón de ser de la Medicina es la curación del enfermo en cualquier fase de su dolencia, la mitigación de sus dolores, y la ayuda a sobrellevar el trance supremo de la muerte cuando la curación no es posible. La eutanasia no sólo es la renuncia a esa razón de ser, sino que consiste en la deliberada decisión de practicar justamente lo opues-

to a la Medicina, ya que es dar muerte a otro, aunque sea en virtud de una presunta compasión. La eutanasia acaba con la base del acto médico: la confianza del paciente en el médico.


29. ¿Existen unos derechos del enfermo moribundo?

El derecho a una auténtico muerte digna incluye:

- Derecho a no sufrir inútilmente.

- Derecho a que se respete su libertad de conciencia.

- Derecho a conocer la verdad de su situación.

- Derecho a decidir sobre las intervenciones a someterle.

- Derecho a mantener un diálogo confiado con los médicos, familiares, amigos y sucesores en el trabajo.

- Derecho a recibir aistencia espiritual.

El derecho a no sufrir inútilmente y el derecho a decidir sobre sí mismo amparan y legitiman la decisión de renunciar a los remedios excepcionales en la fase terminal, siempre que tras ellos no se oculte una voluntad suicida.

Así puede aceptar, generosamente, sobre sí ensayos de nuevas técnicas médicas e interrumpirlas. Rechazar medicaciones y procesos caros que sólo alargarán unos días su vida, aunque siempre hay que ofrecer los medios "normales" de supervivencia (medicina paliativa: opuesta al encarnizacimiento terapéutico y a la eutanasia, consiste en cuidar del enfermo ante la imposibilidad de evitar su muerte).


38. ¿Por qué no se acepta el argumento de muerte digna?

Porque junto a consideraciones razonables acerca de la crueldad de la obstinación terapéutica, se contiene una manipulación de la noción de dignidad. Confunde la dignidad de la vida y la dignidad de la persona, por eso no hay acepción de personas, por lo que es tan digna la vida de un deficiente mental como la de un premio novel.


40. La eutanasia ¿es un problema social?

En las sociedades primitivas fue un problema social, se eliminaban las vidas consideradas inútiles (ancianos y minusválidos). El cristianismo erradicó este problema hasta el siglo XX, hoy se introduce con la legalización de la eutanasia, que en Holanda se practica activamente por los médicos de cabecera a unos 5.000 pacientes al año, y según algunos datos se eleva a unos 18.000 entre hospitales y demás; así como dejan morir a unos 300 bebés al año por nacer con minusvalía, y se niegan a implantar marcapasos a mayores de 75 años. La legalización de la eutanasia podría ser utilizada como disculpa de la eliminación de los "inútiles".


49. ¿Qué hacer ante la vida de enfermos casi vegetativa?

Algunos no valoran estas vidas como humanas, pero esto no es válido porque el derecho a la vida deriva directamente de la dignidad de la persona, y todos los seres humanos, por enfermos que esté, ni dejan de ser humanos ni su vida deja de merecer el máximo respeto. Este proceso se llevó al extremo con los programas eutanásicos a gran escala en la época nazi, iniciado como muerte por compasión en el caso de un niño ciego y subnormal con sólo dos extremidades, internado a finales de 1938 en una clínica de Leipzig.


78. ¿Por qué no evitar así la clandestinidad?

Este argumento se repite siempre que se trata de legalizar, o dejar impune, algunos atentados contra la vida de los inocentes, como el aborto y la eutanasia, y no suele presentarse solo, sino que por lo general va acompañado de consideraciones como el derecho a morir.

Esto no es razón para legalizar esas conductas clandestinas delictivas. Con ello se ciega la posibilidad de debatir la naturaleza misma de la eutanasia, porque se parte del supuesto de que hay eutanasias abusivas y eutanasias correctas, lo cual es falso.


90. La eutanasia ¿es un problema religioso o moral?

Además de un problema médico, político o social, la eutanasia es un grave problema moral para cualquiera, sea creyente o no.

Los católicos tenemos un motivo más para rechazarla, ya que implica matar a un ser querido por Dios que vela por su vida y su muerte. Es por tanto un pecado grave contra el hombre y contra Dios.


92. La Iglesia exalta el martirio ¿no es un suicidio?

El mártir no es un suicida por motivo religioso. El mártir no se quita la vida: se la quitan. Es víctima de un homicidio. No quebranta el principio de inviolabilidad de la vida humana como bien fundamental.

La Iglesia exalta el martirio por cuanto es una entrega que el mártir hace de si vida física en aras de unos valores superiores a ella, como son la fidelidad y amor a Dios, dando con ello testimonio heroico de vida coherente con las más altas exigencias de la dignidad de la persona humana.


93. ¿Puede decirse, entonces, que la vida humana no es para la Iglesia un valor absoluto?

No es un valor absoluto al que todos los demás se deban subordinar; lo que es un valor absoluto para la Iglesia es la dignidad de la persona humana, que está hecha a imagen y semejanza de Dios. Por eso el martirio o el arriesgar la propia vida para salvar a otros no sólo no son pecado, sino que puede ser algo valioso e incluso moralmente obligatorio.

Así la Iglesia ha elevado a los altares a personas como Maximiliano Kolbe, que realizó, por motivos sobrenaturales, un acto de suprema generosidad entregando su vida para salvar la de otra persona.


94. En resumen ¿Cuál es la doctrina de la Iglesia?

- Jamás es lícito matar a un paciente, ni siquiera para que no sufra, aunque él lo pidiera. Ni paciente, ni médicos, ni personal sanitario, ni familiares tienen facultad para decidir la muerte de una persona.

- No es lícita la acción que por su naturaleza provoca directa o intencionalmente la muerte del paciente.

- No es lícito omitir una prestación debida a un paciente, sin la cual va irremisiblemente a la muerte; por ejemplo, los cuidados vitales (alimentación y remedios terapéuticos normales) debidas a todo paciente, aunque sufra un mal incurable o esté en fase terminal o aun en coma irreversible.

- Es lícito rehusar o renunciar a cuidados y tratamientos posibles y disponibles, cuando se sabe que resultan eficaces, aunque sea sólo parcialmente. En concreto, no se ha de omitir el tratamiento a enfermos en coma si existe alguna posibilidad de recuperación, aunque se puede interrumpir cuando se haya constatado su total ineficacia. En todo caso, siempre se han de mantener las medidas de sostenimiento.

- No existe la obligación de someter al paciente terminal a nuevas operaciones quirúrgicas, cuando no se tiene la fundada esperanza de hacerle más llevadera su vida.

- Es lícito suministrar narcóticos y analgésicos que alivien el dolor, aunque atenúen la consciencia y provoquen de modo secundario un acortamiento de la vida del paciente. Siempre que el fin de la acción sea calmar el dolor y no provocar subrepticiamente un acortamiento sustancial de la vida; en este caso, la moralidad de la acción depende de la intención con que se haga y de que exista una debida proporción entre lo que se logra (disminuir el dolor) y el efecto contra la salud.

- Es lícito dejar de aplicar tratamientos desproporcionados a un pa-ciente en coma irreversible cuando haya perdido toda actividad cerebral. Pero no lo es cuando el cerebro del paciente conserva cier-tas funciones vitales, si esa omisión provocase la muerte inmediata.

- Las personas minusválidas o con malformaciones tienen los mismos derechos que las demás personas, concretamente en lo que se refiere a la recepción de tratamientos terapéuticos. En la fase prenatal y posnatal se les ha de cuidar igual que a los niños sin minusvalías.- El Estado no puede atribuirse el derecho a legalizar la eutanasia, pues la vida del inocente es un bien que supera el poder de disposición tanto del individuo como del Estado.

- La eutanasia es un crimen contra la vida humana y contra la ley divina, del que se hacen corresponsables todos los que intervienen en la decisión y ejecución del acto homicida.


97. ¿Cuál es la doctrina sobre el dolor y la muerte?

La fe nos hace tener presente a un Dios todopoderoso que ama a cada hombre, que su cuidado providencial es compatible con la existencia del dolor y el sufrimiento, y nos ayuda -aunque no entendamos- a ver sentido en el dolor.

Cristo explicó que no se trata de un castigo divino (Jn 9,2-4), y el mismo, sufriendo de manera extrema en una cruz, lo convirtió en el máximo bien para toda la humanidad.

Imitando a Cristo, podemos encontrar sentido al dolor convirtiéndolo, con la esperanza de la vida eterna, en fuente de amor y de superación de uno mismo, para unirnos en espíritu con el sufrimiento de Cristo, que prometió la bienaventuranza a los que sufren.

Cristo no teorizó sobre el dolor: amó y consoló a los que sufren y El mismo sufrió hasta la muerte en cruz. La Iglesia no elabora teorías sobre el dolor, pero quiere aportar a la Humanidad una vocación de donación preferente hacia los que sufren, y también la experiencia del sentido del dolor que Cristo nos dio con su muerte, y que tantos millones de cristianos intentan revivir todos los días desde siempre.


98. ¿Cuál debe ser nuestra actitud en estos temas?

- Aceptando el dolor y la muerte con la visión sobrenatural de un hijo de Dios, uniéndonos a Cristo sufriente y que, tras la muerte, nos espera el abrazo del Padre.

- Ayudando al que sufre: desde una sonrisa hasta la dedicación de tiempo y dinero, mil cosas podemos hacer para aliviar el dolor ajeno y ayudar al que lo padece a sacar amor y alegría honda de su dolor, y no odio y tristeza.

- Rezando por los que sufren, por quienes los atienden, por los profesionales de la salud, por los políticos y legisladores en cuyas manos está legislar a favor de la eutanasia o de la dignidad de los que sufren. La oración es nuestra arma más poderosa y eficaz.

- Facilitando el surgimiento de vocaciones a las instituciones de la Iglesia que por su carisma estás dedicadas a atender a la humanidad doliente y que forman hoy -como hace siglos- una maravillosa expresión del amor y compromiso de la Iglesia con los que sufren.

- Acogiendo con amor sobrenatural, afecto y naturalidad en la familia a los miembros dolientes, deficientes, enfermos o moribundos aunque eso suponga sacrificio.

- Presencia en los medios de comunicación para expresar nuestras convicciones sobre el dolor y la muerte y nuestras alternativas a la eutanasia homicida (conferencias, cartas al director, llamadas...)

- Votando a partidos que defiendan posturas concordes sobre la familia, la sanidad, los minusválidos, el aborto, la eutanasia...

- Los profesionales sanitarios, promoviendo un tipo de Medicina y de asistencia hospitalaria centradas en el enfermo y su trato digno.

- Confortándoles con la unción de enfermos.


99. ¿Qué es el Sacramento de la Unción de Enfermos?

Este Sacramento otorga al cristiano un don particular del Espíritu Santo, mediante el cual el hombre recibe una gracia de fortalecimiento, de paz y de valor para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave o de fragilidad de la vejez. Esta gracia renueva en el que la recibe su fe y confianza en el Señor, robusteciéndole contra las tentaciones del enemigo y la angustia de la muerte, de tal modo que pueda, no sólo soportar sus males con fortaleza, sino también luchar contra ellos e incluso, conseguir la salud si conviene para su salvación espiritual; asímismo, la unción les concede, si es necesario, el perdón de los pecados y la plenitud de la penitencia cristiana. La Unción es Sacramento de enfermos y sacramento de Vida, expresión ritual de la acción liberadora de Cristo que invita, y al mismo tiempo ayuda al enfermo a participar en ella.

Es aconsejable recibir este Sacramento en enfermedad grave, vejez o peligro, como puede ser una arriesgada operación quirúrgica, pudiendo reiterarse aún dentro de la misma enfermedad si ésta se agrava, no debiendo reservarse para cuando el enfermo está ya privado de su consciencia.


100. ¿Cuál debe ser nuestra actitud ante la muerte?

Los cristianos deben ver la muerte como el encuentro definitivo con el Señor de la Vida y, por tanto, con esperanza tranquila y confiada en El, aunque nuestra naturaleza se resista a dar ese último paso que no es fin, sino comienzo. La antigua cristiandad denominaba, con todo acierto, el día de la muerte, "dies natalis", día del nacimiento a la Vida de verdad, y con esa mentalidad deberíamos afrontar la muerte.

En todo tiempo la piedad cristiana identificó en breves jaculatorias el deseo que a todos los cristianos debe animar respecto a su muerte: que en la última agonía está muy cerca de nosotros la Madre de Dios, como estuvo al pié de la Cruz cuando su Hijo moría.

 

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