CRUCE DE CAMINOS

 

Programa radiofónico

 

 

 

Valemos por lo que nos parecemos a Dios

--¿Cuáles son las razones para que usted quiera seguir viviendo?

--Las razones que me llevan a mí a amar profundamente la vida, aparte de razones humanas, que también podría expresarlas, ante todo son razones de tipo sobrenatural. Es decir, entiendo que la vida de cualquier persona es una vida que tiene mucho que ver con la vida de Dios. Una vida llamada a la eternidad, una vida, en definitiva, de un hijo de Dios. Y eso por el puro hecho de ser una vida humana. Sobre todo, si es la vida de un ser bautizado.

 

 

 

Si falta la fe, se puede valorar la vida a partir de la condición personal

--Don Luis, sí; pero cuando los argumentos de la fe fallan, cuando esa fe no existe, ¿qué razones quedan para seguir viviendo en su situación?

--Bueno, habría que ver entonces en esa persona qué tipo de razones son las que tiene, porque si dice que es una persona humana y valora, por ejemplo el amor, o valora lo que tiene que ver con el nivel de la inteligencia, de la libertad, también se podían aducir razones de este tipo.

 

 

 

Es un gran empresa animar a vivir

--¿Usted se cree capacitado para poder convencer a alguien en su misma situación para que desista de su intención de pedir la muerte?

--Yo no tengo la seguridad de conseguirlo, desde luego. Pero lo que sí me gustaría muchísimo sería hablar con esa persona, escucharla, tratar de poner todo lo que pueda de mi parte para lograr que esa persona se anime a vivir. Porque, desde luego, es una empresa que pienso que vale la pena: lograr que una persona viva en plenitud. Creo que es una empresa por la que valdría la pena agotarse hasta emplear en esto las últimas fuerzas.

 

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