El último diario de Belén

 

Belén . Vivir Sanamente el Sufrimiento, p. 158 ss
Reflexiones a la luz de experiencias de enfermos. VVAA
Conferencia Episcopal Española. Departamento de Pastoral de la Salud

 

 

Haciendo la crónica

 

En plena madurez de su existencia, a los 48 años de edad, el día 14 de mayo de 1986, entregaba su hermosa vida a quien siempre fue el secreto de su existencia. Cuando en febrero de ese año el médico le comunicó su inminente muerte, grabó en una cinta que ella tituló: «Estado de mi alma con palabras bíblicas», su lectura de los pasajes que, desde el Exodo al Apocalipsis, expresaban para ella su sentimiento ante la ineludible partida.

 

04.08.85

 


Mañana otra vez a la clínica. Cinco días, todos los meses, durante un año... ¡es mucha clínica! Estoy asustada. Tengo miedo. Dios mío, dame fuerza y valor. Madre, ayúdame. Quiero unirme profundamente al sacrificio reparador de satisfacción única de Cristo. Obediencia total al Padre».

 

12.08.85

 


Me asustaba de tanta clínica. Ahora lo que me hace temblar es el tratamiento. ¿Pero qué pretenden con ese tratamiento: matarme lentamente? ¡Esto puede curar! Si lo que siento es que están destruyéndome. Me asustan los pinchazos en estas venas que se rompen una tras otra. Me acobardo ante las náuseas, vómitos y mareos.

 

01.09.85

 

 


Desde la operación el sueño ha desaparecido. Casi desconozco lo que es dormir. Noches largas, interminables, cargadas de pensamientos negativos, de angustia, de nerviosismo... No podría seguir así. Me dije: Necesitas descansar y si no es de una manera será de otra. Empecé a hacer ejercicios de relajación sola o ayudada de una cinta y las noches empezaron a cambiar. Llegó la calma, la paz, la serenidad... Y en medio del silencio de la noche y de la paz que mora en mí, siento que mi corazón se llena de Ti, y la noche se hace plegaria a Ti, Dios de mi vida.

"En Ti medito en mis vigilias cuando pienso en Ti sobre mi lecho". Y el Salterio se hace vida. "Sabed que Yahvé mima a su amigo". "Yo te amo, Señor, mi roca". "El Señor es mi pastor, nada me falta".

Sí, quiero tu voluntad. Pero cuando llegan los momentos duros desfallezco. Mañana empiezo el segundo ciclo del tratamiento. Y tengo miedo, mucho miedo. No me abandones, no estés lejos. Socórreme.

Gracias, Señor, por tantas personas que están rezando por mí.

 

09.10.85

 


Los días de la clínica cada vez se me hacen más difíciles. Me cuesta aceptar serenamente esta destrucción que siento hacen de todo mi ser. No acabo de asimilar que ese veneno pueda curar, cuando yo siento todo lo contrario.

Señor, ¿qué esperas de mí? Yo no tengo virtud para llevar esta enfermedad con paciencia. Siento que todo mi ser se rebela. Si a mí no me importa monrir, ¿para qué quiero soportar este absurdo tratamiento? En el fondo es un miedo terrible al sufrimiento. Me aterra el dolor y me fastidia cuando llego a casa deshecha y sólo oigo a unas y otras que dicen: ¡Qué buena cara tienes!

 

04.12.85

 


Este mes el cansancio ha sido grande. Ayer y hoy totalmente agotada. No hago carrera de manos y piernas. Y eso que esta noche he dormido: llevaba ya varios días sin pegar ojo. Ya me parece lo más normal pasar las noches en vela. La verdad es que no se me hacen nada de largas... En la noche todo es paz, silencio, quietud, calma, soledad... en este ambiente es más fácil intuir la presencia de Dios.

Sí, ¡Dios está aquí!, como dice la canción, "tan cierto como el aire que respiro". Estoy respirando a Dios. El me penetra, me envuelve con su amor. "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó".

 

16.12.85

 


Estoy fatigada. Muy fatigada. Padre, ayúdame a comprender la fatiga de mis hermanos: padres que trabajan a destajo para mantener a su familia o que van de oficina en oficina sin encontrar trabajo, misioneros, ancianos enfermos... ¿Si mi fatiga pudiera aliviar algo la suya? Tú lo sabes: "Completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo".

"Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso". Jesús, ¿en qué consiste ese descanso? ¿Es acaso esta paz, serenidad y gozo interior?

 

19.12.85

 


Sigo fatigada. No tengo ganas de nada. Simplemente estar. La noche, muy desasosegada.

"¿A dónde te escondiste, Amado y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste habiéndome herido; salí tras ti clamando, y eras ido".

¿Dónde te escondiste esta noche? ¡Qué soledad, qué vacío! Quería hablarte y no encontraba palabras. Intenté hacerlo como otras veces, por medio de un salmo o algún mantra bíblico y ninguno venía a mi mente. La sensación de angustia y soledad me oprimía. Miedo a la oscuridad. Enciende la luz: son las tres. Sobre la mesa está abierto el álbum de tarjetas. Poso en una mi mirada y leo: "Padre, tú me escrutas y me conoces". Repito muy lentamente estas palabras. Voy serenándome. Duermo un rato. Pero es un sueño cargado de pesadillas. Así toda la noche. El día no ha sido mejor. ¿Hasta cuándo, Señor? Estoy a la espera, por si vuelves. Quiero decir por si sales de tu escondite. Sé que estás.

 

12.02.86

 


Hoy es el primer día que me siento un poquito mejor después de este séptimo ciclo. Siete días vomitando que me han dejado aplastada. Es un desmoronamiento del cuerpo y como una destrucción de mi personalidad.

Animo, resignación... son palabras inútiles cuando hay dolor. No sirven para nada. En el momento de dolor sólo existe dolor. ¡Es terrible el dolor! Ante él densos nubarrones me envuelven. Me siento débil, llena de miedos. No veo nada, no entiendo nada. Todo se nubla: Dios, amigos, ilusiones... Sólo queda un sudor frío y el propio dolor.

Me he rebelado contra tu voluntad. Me he encarado con Jesús. Ya sé que me has perdonado. Y hoy me siento un poquito mejor, quiero rezar conscientemente, una vez más, la oración de Foucauld:

"Padre me abandono en Ti. Haz de mí lo que quieras. Sea lo que sea, te doy gracias, Padre"...

 

17.02.86

 


Padre, de nuevo, ¡gracias! Y, gracias a ti Paco y a mi comunidad, porque entre todos me habéis dado hoy el mejor de los regalos. Gracias por esta Eucaristía tan inesperada. Gracias por esta disponibilidad de Paco. Gracias, Padre, porque te estás desbordando conmigo. Gracias por tantas personas buenas que están pendientes de mí. Estoy anonadada, confundida... Cansada, pero contenta. ¡Estoy recibiendo tanto!

 

19.02.86

 


Ayer fui a que el doctor Ródenas me informara del estado en que me encuentro. En realidad intuía todo; pero deseaba que él me lo explicara. Estuve una hora con él. Supongo que está acostumbrado a hablar con los enfermos, sin embargo yo notaba lo mal que se lo estaba pasando. Quería decirme la verdad, pero delicadamente. Le dije que quería seguir informada. Me pidió que por favor no se lo pusiese demasiado difícil. Me dieron ganas de abrazarle y decirle: no se preocupe todo marchará bien. Pero nos despedimos silenciosamente, con un fuerte apretón de manos, más significativo que todas las palabras.

Me queda la preocupación de papá, Urbano y sus hijas. Me cuesta abandonarles; pero sé que Tú suplirás con creces mi ausencia. Dios mío, dale fuerza a papá para que sufra lo menos posible. Es el hombre fuerte, pero ¿no crees que te estás pasando con él?

 

03.03.86

 


¡Padre mío ! Soy yo. Aquí estoy contigo. Padre, gracias por estar a mi lado. Vamos a recordar juntos la vivencia de ayer.

Desbordo de gozo. No existen palabras para expresar lo que siento. Fue un día hermoso, profundo, pleno, rebosante... Señor, Señor, ¡cómo me mimas! Gracias. Fue todo tan sencillo, tan auténtico. No avisé a mi familia, deseaba su presencia, pero hubiera sido demasiado duro para ellos. Antes de la celebración pasé unas horas de angustia. Poco a poco fui serenándome y en el momento de la Unción, la paz y el gozo eran tales. ¡Te sentía tan cerca! "Y poniendo él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba". Cuando José María puso sobre mí sus manos, mi espíritu se estremeció. Allí estabas tú tocándome como al "leproso" o a "la suegra de Simón" o aquellos "cojos, lisiados, ciegos, mudos"... "Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él... preguntó: ¿quién me ha tocado?". Cuando Tú me tocaste con las manos temblorosas de José María, la fuerza salió de Ti, penetró tan profundamente en mí que nunca podré expresar con palabras lo que sentí.

 

07.03.86

 


El dolor sólo tiene sentido desde la perspectiva de plan del Padre, como una configuración real con Cristo, por obra del Espíritu Santo. Por la cruz "completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Jesucristo en favor de su Cuerpo".

Gracias, Jesús, porque has querido asociarme de modo especial a tu cruz.

 

10.03.86

 


Ayer tuve un montón de llamadas. Agradezco su interés por mí. Pero, aparte del cansancio físico, no sé explicar lo que me pasa con estas personas que me quieren y las quiero, pero "que no saben decirme lo que quiero".

¡Ay!, no quisiera que ellas se diesen cuenta. Podría herirlas y ello está muy lejos de mí. Pero el disimulo se me da tan mal que temo captar que algo no marcha.

"Acaba de entregarte ya de vero no quieras enviarme de hoy ya más mensajero, que no saben decirme lo que quiero". "Apaga mis enojos..."

 

09.04.86

 


¡Qué agarrados estamos a todo lo que consideramos nuestro! Despójame de todo, Señor, a fin de que la acción de gracias brote espontánea de todo mi ser.

Hoy estoy agotadita. Tumbada casi todo el día y estoy que no me tengo. Dame fuerza, Señor, para resistir hasta donde Tú quieras. Ten compasión de mí. No me dejes. ¡Gracias! (11.03.86)

 

09.04.86
(Ultima página de su diario)

 

 

 

 

 


"Alzo mi voz a Dios gritando, Alzo mi voz a Dios para que me oiga". "En mi angustia te busco, Señor mío. La agitación no me deja hablar".

¿Es que, Señor, me rechazas para siempre, te has olvidado de tu bondad? Señor, ¿hasta cuándo vas a dejarme en este estado?. No puedo más. Dame tu fuerza o quítame esta angustia. Me siento desfallecer. Ya ni siquiera por la noche puedo descansar. ¿Hasta cuándo, Señor? Ayúdame. ¡Son ya tantos días que me parece imposible resistir más!

Siento que estás despojándome de aquello a lo que más me agarraba, mi serenidad, mi valentía para afrontar todo.

Hicimos un trato para cuando llegase este momento, ¿recuerdas? Pues ahora acéptame así, gritando mi dolor, o mejor mi debilidad hasta extremos inconcebibles.

Sé que estás conmigo, que me quieres, aunque no entiendo nada. Yo no hubiera escogido esto, eres tú el que lo has querido así. Lo acepto; pero sigo pidiéndote que, si es posible, esto pase pronto».

Conceptos

Testimonios

Los médicos

Gente diversa

Correo

La Filosofía

El Derecho

Con la Iglesia

New

Principal