¿Se pueden usar analgésicos que causan la pérdida de la conciencia para aliviar el dolor grave?

Por Brian Clowes, Ph.D.
Director del Instituto de Capacitación para la Vida y la Familia de Human Life International

Para calmar el dolor y no para matar

        Las tres preguntas más comunes que surgen en torno al uso de analgésicos hacia el final de la vida son las siguientes:

  • 1. ¿Pueden usarse si indeliberadamente abrevian la vida del paciente?
  • 2. ¿Pueden usarse si provocan la pérdida parcial de la conciencia?
  • 3. ¿Pueden usarse si provocan la pérdida de la conciencia?

        En general, es moralmente lícito usar analgésicos para aliviar dolores agudos, aún en el caso de que abrevien la vida del paciente moribundo. Se trata de una aplicación del principio del "doble efecto". Según este principio, en casos como éste es gravemente inmoral abreviar la vida de una persona deliberadamente, pero si el propósito principal del fármaco [no habiendo otra alternativa] es aliviar un dolor severo y el aceleramiento de la muerte es sólo un efecto colateral anticipado, el proporcionar el analgésico está permitido.

        Sin embargo, esto no constituye un pretexto para permitir el suministro de sobredosis mortales de analgésicos con el objeto de matar al paciente. El propósito debe ser aliviar el dolor; no eliminar al doliente. De ahí el cuidado que se debe tener en suministrar la dosis adecuada.

Permitido y recomendado el uso de calmantes

        El Catecismo de la Iglesia Católica, número 2279 enseña lo siguiente: "Aunque la muerte se considere inminente, los cuidados ordinarios debidos a una persona enferma no pueden ser legítimamente interrumpidos. El uso de analgésicos para aliviar los sufrimientos del moribundo, incluso con riesgo de abreviar sus días, puede ser moralmente conforme a la dignidad humana si la muerte no es pretendida, ni como fin ni como medio, sino solamente prevista y tolerada como inevitable. Los cuidados paliativos constituyen una forma privilegiada de la caridad desinteresada. Por esta razón deben ser alentados."

        La Declaración sobre la eutanasia de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe clarifica más aún esta enseñanza: "Es conveniente recordar una declaración del Papa Pío XII que conserva aún toda su validez. Un grupo de médicos le había planteado esta pregunta: ‘¿La supresión del dolor y de la conciencia por medio de narcóticos... está permitida al médico y al paciente por la religión y la moral (incluso cuando la muerte se aproxima o cuando se prevé que el uso de narcóticos abreviará la vida)?' El Papa respondió: ‘Si no hay otros medios y si, en tales circunstancias, ello no impide el cumplimiento de otros deberes religiosos y morales: Sí.' En este caso, en efecto, está claro que la muerte no es querida o buscada de ningún modo, por más que se corra el riesgo por una causa razonable: simplemente se intenta mitigar el dolor de manera eficaz, usando a tal fin los analgésticos a disposición de la medicina."

        La mencionada Declaración enseña que los analgésicos pueden ser usados aún cuando causen un estado de semi-inconsciencia: "No sería sin embargo prudente imponer como norma general un comportamiento heróico determinado. Al contrario, la prudencia humana y cristiana sugiere para la mayor parte de los enfermos el uso de las medicinas que sean adecuadas para aliviar o suprimir el dolor, aunque de ello se deriven, como efectos secundarios, entorpecimiento o menor lucidez. En cuanto a las personas que no están en condiciones de expresarse, se podrá razonablemente presumir que desean tomar tales calmantes y suministrárseles según los consejos del médico."

Grave motivo sin anulan del todo la conciencia

        De manera que los médicos pueden usar analgésicos, aún cuando éstos abrevien la vida o causen un estado de semi-inconsciencia, si se cumplen las condiciones ya indicadas. En ciertos casos puede ser prudente usarlos aún si causan la pérdida total de la consciencia, pero sólo si se cumplen las condiciones ya establecidas y además si la persona ha tenido la oportunidad de prepararse adecuadamente para el encuentro con Dios. La Declaración también clarifica este punto diciendo: "Los analgésticos que producen la pérdida de la conciencia en los enfermos, merecen en cambio una consideración particular. Es sumamente importante, en efecto, que los hombres no sólo puedan satisfacer sus deberes morales y sus obligaciones familiares, sino también y sobre todo que puedan prepararse con plena conciencia al encuentro con Cristo. Por esto, Pío XII advierte que ‘no es lícito privar al moribundo de la conciencia propia sin grave motivo.'"

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