La eutanasia y el falso "derecho a morir"

Por el Dr. Joseph R. Stanton

 

 

¡Cuidado comprador!

Cuando cualquier grupo trata de conceder a la ciudadanía en general un "derecho" o título recién acuñado, debiera saltar a la mente, en seguida, aquel antiguo aforismo "caveat emptor": "Tenga cuidado el comprador". Así es con la eutanasia.

La palabra "eutanasia" se deriva del griego "eu", que significa "bueno", y "thanatos" que significa "muerte". Por supuesto, cualquier persona racional está en favor de una buena muerte que, es de esperar, llegue al final de una vida plena y bien vivida. Bajo este pabellón, con unos medios de comunicación complacientes, han avanzado hábilmente los que promueven la eutanasia.

Tradicionalmente, se ha interpretado que la eutanasia implica el que un médico mate por medios indoloros a un paciente que sufre y a un enfermo terminal por razones de compasión; de aquí, el entender propiamente la eutanasia como "matar por compasión".

 

Contra un criterio milenario


Se ha resistido con considerable éxito al canto de sirena de la eutanasia, violador de la específica prohibición del Decálogo, "No matarás" y que vuelve a ocurrir repetidamente a través de la historia. En la sociedad moderna, sin embargo, abunda la evidencia de que se está debilitando la resistencia a la eutanasia. Las asambleas legislativas juegan con la aprobación legal de proyectos de ley, mientras en el estado de Washington y en California, peticiones de iniciativa legislativa popular han tratado por una sencilla votación mayoritaria de convertir el matar al paciente, que actualmente es un crimen en los 50 estados, en un procedimiento legalizado, medicalizado y no criminal. (Nota del traductor: El Estado de Oregon legalizó el suicidio asistido.) La oposición a acabar con las vidas de los pacientes, acrecentada por el ethos hipocrático a través de 2000 años, se retrata como de algún modo anticuada y ya no sostenible en la sociedad moderna. Datos de encuestas entre médicos y el público en general demuestran una creciente aceptación de lo que una vez estuvo prohibido.

 

Primero hay una cuestión dialéctica


A causa de la trágica resonancia que la medicina nazi dio a la palabra "eutanasia", el moderno movimiento pro-eutanasia ha tratado de restarle importancia a la palabra y habla no de eutanasia sino de "elección" en el morir. La maniobra verbal que mi amigo Monseñor William Smith dice que precede a la maniobra social, es bien visible y está calculada para camuflar la desnuda realidad.

El suicidio se convierte en "elección racional", e incitar al suicidio (ilegal en la mayor parte de los estados,) se convierte en "ayuda en el morir". Tenemos que pensar en la inyección letal en las manos del médico o la dosis fatal dejada a la cabecera como "muerte con dignidad" o de nuevo "ayuda para morir". ¡Ah! ¿Una rosa con cualquier otro nombre no olería igual de fragante?

Por acción u omisión, uno puede acabar fácilmente con su vida. Y aquí en EE.UU. ya se ha acabado con las vidas de pacientes, tanto conscientes como en "estado vegetativo persistente" de una manera y en un tiempo predecible cortando todo alimento y agua.

 

La eutanasia establecida en los hospitales


Mientras tanto, dentro de la medicina misma, la eutanasia y el llamado suicidio racional encuentran un foro cada vez más hospitalario. En las primeras revistas médicas de América, Journal of the American Medical Association (Revista de la Asociación Médica Americana, JAMA) y el New England Journal of Medicine (NEJM, Revista de Medicina de Nueva Inglaterra) ha aparecido una serie de artículos que proponen el concepto de eutanasia y "suicidio racional". "It's over, Debbie" ("Ya acabó, Debbie"), JAMA, 1988, detalla un caso de eutanasia deliberada por un joven médico residente anónimo. En "Physician's responsibility toward hopelessly ill patients -a second look ", (La responsabilidad del médico hacia los pacientes desahuciados -una segunda mirada, NEJM, 30/3/89), 10 a 12 respetables médicos mantienen que "no es inmoral para un médico asistir al suicidio racional de un paciente enfermo terminal" y publican un llamamiento a favor de una discusión abierta de par en par del suicidio asistido. El Dr. Timothy Quill, en "Death and Dignity" ("Muerte y Dignidad", NEJM, 1/3/91), informa que asistió en un suicidio como "tratamiento médico" mientras que admite francamente que engaña intencionadamente al examinador médico (*) negándose a conceder información. El New York Times (17/3/91) aprobó en un editorial la acción del Dr. Quill.

 

El caso del Dr. Jack Kevorkian


Mientras tanto, el inconformista Dr. Jack Kevorkian publica un llamamiento a favor de una nueva especialidad médica, "obitiatría", y utilizando su máquina del suicidio, eufemísticamente apodada el "mercitrón", logra cuatro muertes provocadas en pacientes que no son enfermos terminales.

Procesado dos veces, dos veces se le encuentra inocente de conducta criminal. En el segundo proceso a Kevorkian, el juez Davie Breck del Circuit Court -Tribunal de distrito o circuito- de Michigan, volviéndose a hacer eco de una postura adoptada por el juez Compton en el caso Bouvia, mantuvo en su decisión (21/7/92): "Si una persona se puede negar a un tratamiento que le mantenga con vida, entonces esta persona debiera tener derecho a insistir en un tratamiento que le cause la muerte con tal que el médico esté dispuesto a asistir y el paciente esté lúcido y satisfaga criterios racionales." Además, "la distinción entre suicidio asistido y la retirada del apoyo vital es una distinción sin merito." (Nota del traductor: El Dr.Kevorkian fue declarado culpable y encarcelado por ayudar a suicidarse a un número grande de pacientes.)

 

Exacto paralelismo con el genocidio nazi


El Dr. Leo Alexander me comentó perspicazmente sobre EE.UU. unos meses antes de su muerte hace varios años: "Joe, es exactamente como Alemania en los años treinta, se están rebajando las barreras contra el matar." La evidencia nos rodea por todas partes, y los notables paralelos entre la corrupción de las elites en la medicina y el derecho en el Tercer Reich y en los EE.UU. son perturbadores. Ambos denigraron las vidas de seres humanos con defectos físicos o mentales; ambos estuvieron de acuerdo en que ciertas vidas no eran dignas de ser conservadas; ambos creyeron que la medicina y el derecho debieran cooperar en acabar con la vida "sin valor". En el capítulo del libro "A Sign for Cain" ("Una señal para Caín") de Fredric Wertham, M.D, -Doctor en Medicina- que detalla los asesinatos por eutanasia, Wertham cita a un médico alemán del siglo XVIII, Christoph Hufeland: "Si un doctor se toma la libertad de tener en cuenta si una vida humana tiene valor o no, las consecuencias son ilimitadas, y el médico se convierte en el hombre más peligroso del estado". Transcurrió un siglo antes de que la trágica presciencia de Hufeland encontrara cumplimiento en los programas del Tercer Reich de eutanasia por medio de los médicos.

 

Si no cambian mucho las cosas, decenas de miles serán inducidos a morir cada año en los Estados Unidos


El ritmo del avance de la eutanasia en los EE.UU. es tal que uno puede predecir con toda confianza que a no ser que sea detenido ahora, el matar deliberadamente a los pacientes por decenas de miles llegara dentro de 10 años. Las primeras víctimas continuarán siendo los que son caros de cuidar -"desahuciados" en los "márgenes de la vida"-, que tienen pocos o ningunos defensores. Será tan racional que, como la rana en agua cada vez más caliente, no se percibirá ningún cambio hasta que sea demasiado tarde. Sin que augure nada bueno, en el Tercer Reich la guerra médica fue hecha contra "comedores inútiles" y "Lebens unwerten Leben", "vidas que no son dignas de ser vividas". En los casos ante los tribunales y la literatura médica en EE.UU., ocurre hoy del mismo modo una deshumanización de los pacientes humanos con pocos comentarios adversos. Un artículo en el The Wall Street Journal pregunta, "¿Por qué no podemos dormir a mamá?" -justo como hacemos a nuestros perros-, y encuentra resonancia en "Helping Mother to Die" -Ayudando a morir a la madre- de Betty Rollins por la administración de una "amorosa" sobredosis.

Así, sin pegar un tiro en los últimos 20 años, ha ocurrido una revolución: 27.000.000 niños aún no nacidos ni deseados han sido destruídos legalmente y ahora, la "ayuda en el morir" se mueve al escenario central, con la economía decidiendo quién continuará viviendo y quién será matado.

 

Un primer pequeño paso, aparentemente sin importancia


El Dr. Leo Alexander, quien fue especialista en psiquiatría del Ministerio de la Guerra en los procesos de Nurenberg a los médicos nazis a mediados de los años cuarenta, en su artículo en "Medical science under a dictatorship" ("La ciencia médica bajo una dictadura, NEJM 39, 39-41, 1949) hizo una advertencia a la cual no se le prestó mucha atención en aquel entonces, pero que tiene importancia profética actualmente.

"Cualesquieras que sean las proporciones que estos crímenes [de guerra alemanes] asumieron finalmente, se hizo evidente a todos los que los investigaron que habían empezado desde comienzos pequeños. Los comienzos al principio fueron meramente un sutil cambio en el énfasis en la actitud básica de los médicos. Empezó con la aceptación de la actitud, básica en el movimiento en pro de la eutanasia, de que hay una vida que no es digna de ser vivida. Esta actitud en sus primeras etapas se preocupó meramente por los enfermos graves y crónicos. Gradualmente la esfera de los que tenían que ser incluidos en esta categoría fue ampliada para abarcar a los que no producen en la sociedad, los ideológicamente no deseados, los racialmente no deseados y finalmente todos los que no eran alemanes. Pero es importante darse cuenta de que el primer paso hacia adelante infinitamente pequeño del que recibió su impulso toda esta tendencia mental, fue la actitud hacia los enfermos no rehabilitables."

 

Profecía: ... así como el aborto, que mata cada día 4000 personas sólo en Estados Unidos


Si hace veinte años uno hubiera predicho que con las actitudes públicas y leyes cambiantes el útero humano en EE.UU. pronto se convertiría en el lugar más peligroso de este mundo para el humano aún no nacido, habría habido una negación masiva. Sin embargo, los 27 millones de abortos registrados en EE.UU. desde 1973, más de 4.000 por día, dan actualmente trágica resonancia a un hecho indiscutible. Hoy, uno puede predecir con toda confianza que a menos que se detenga pronto la eutanasia por razones económicas, dentro de poco se convertirá en la manera en que la sociedad americana se libre de personas "onerosas" en el otro extremo de la vida. A cientos de miles se les dará muerte deliberada y legalmente por la profesión médica, que extraerá sus imperativos éticos del Manifiesto Humanista y el sondeo de la opinión pública más reciente antes que del Decálogo y la ética hipocrática.

Seguramente todos debiéramos rezar para que Dios sostenga y continúe ayudando a médicos y enfermeras para que nunca se dejen engañar por el canto de sirena del "matar racionalmente" -ni antes del nacimiento- ni en el nacimiento y ni en cualquier otro momento de una vida humana.

¿Que la eutanasia afirma la vida? ¡NO!


Nota: Joseph R. Stanton, M.D., es un médico que ha publicado mucho, activista, y padre de 11 hijos. Este artículo se publicó en el boletín "Life Advocate", octubre de 1992.

 

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