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Cuando cualquier grupo trata de conceder
a la ciudadanía en general un "derecho" o
título recién acuñado, debiera saltar a
la mente, en seguida, aquel antiguo aforismo "caveat
emptor": "Tenga cuidado el comprador". Así es con la
eutanasia.
La palabra "eutanasia" se deriva del
griego "eu", que significa "bueno", y "thanatos" que
significa "muerte". Por supuesto, cualquier persona racional
está en favor de una buena muerte que, es de esperar,
llegue al final de una vida plena y bien vivida. Bajo este
pabellón, con unos medios de comunicación
complacientes, han avanzado hábilmente los que
promueven la eutanasia.
Tradicionalmente, se ha interpretado que
la eutanasia implica el que un médico mate por medios
indoloros a un paciente que sufre y a un enfermo terminal
por razones de compasión; de aquí, el entender
propiamente la eutanasia como "matar por
compasión".
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Contra un criterio
milenario
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Se ha resistido con considerable éxito al canto de
sirena de la eutanasia, violador de la específica
prohibición del Decálogo, "No matarás"
y que vuelve a ocurrir repetidamente a través de la
historia. En la sociedad moderna, sin embargo, abunda la
evidencia de que se está debilitando la resistencia a
la eutanasia. Las asambleas legislativas juegan con la
aprobación legal de proyectos de ley, mientras en el
estado de Washington y en California, peticiones de
iniciativa legislativa popular han tratado por una sencilla
votación mayoritaria de convertir el matar al
paciente, que actualmente es un crimen en los 50 estados, en
un procedimiento legalizado, medicalizado y no criminal.
(Nota del traductor: El Estado de Oregon legalizó el
suicidio asistido.) La oposición a acabar con las
vidas de los pacientes, acrecentada por el ethos
hipocrático a través de 2000 años, se
retrata como de algún modo anticuada y ya no
sostenible en la sociedad moderna. Datos de encuestas entre
médicos y el público en general demuestran una
creciente aceptación de lo que una vez estuvo
prohibido.
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Primero hay una cuestión
dialéctica
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A causa de la trágica resonancia que la medicina nazi
dio a la palabra "eutanasia", el moderno movimiento
pro-eutanasia ha tratado de restarle importancia a la
palabra y habla no de eutanasia sino de "elección" en
el morir. La maniobra verbal que mi amigo Monseñor
William Smith dice que precede a la maniobra social, es bien
visible y está calculada para camuflar la desnuda
realidad.
El suicidio se convierte en
"elección racional", e incitar al suicidio (ilegal en
la mayor parte de los estados,) se convierte en "ayuda en el
morir". Tenemos que pensar en la inyección letal en
las manos del médico o la dosis fatal dejada a la
cabecera como "muerte con dignidad" o de nuevo "ayuda para
morir". ¡Ah! ¿Una rosa con cualquier otro nombre
no olería igual de fragante?
Por acción u omisión, uno
puede acabar fácilmente con su vida. Y aquí en
EE.UU. ya se ha acabado con las vidas de pacientes, tanto
conscientes como en "estado vegetativo persistente" de una
manera y en un tiempo predecible cortando todo alimento y
agua.
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La eutanasia establecida en los
hospitales
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Mientras tanto, dentro de la medicina misma, la eutanasia y
el llamado suicidio racional encuentran un foro cada vez
más hospitalario. En las primeras revistas
médicas de América, Journal of the American
Medical Association (Revista de la Asociación
Médica Americana, JAMA) y el New England Journal of
Medicine (NEJM, Revista de Medicina de Nueva Inglaterra) ha
aparecido una serie de artículos que proponen el
concepto de eutanasia y "suicidio racional". "It's over,
Debbie" ("Ya acabó, Debbie"), JAMA, 1988, detalla un
caso de eutanasia deliberada por un joven médico
residente anónimo. En "Physician's responsibility
toward hopelessly ill patients -a second look ", (La
responsabilidad del médico hacia los pacientes
desahuciados -una segunda mirada, NEJM, 30/3/89), 10 a 12
respetables médicos mantienen que "no es inmoral para
un médico asistir al suicidio racional de un paciente
enfermo terminal" y publican un llamamiento a favor de una
discusión abierta de par en par del suicidio
asistido. El Dr. Timothy Quill, en "Death and Dignity"
("Muerte y Dignidad", NEJM, 1/3/91), informa que
asistió en un suicidio como "tratamiento
médico" mientras que admite francamente que
engaña intencionadamente al examinador médico
(*) negándose a conceder información. El New
York Times (17/3/91) aprobó en un editorial la
acción del Dr. Quill.
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El caso del Dr. Jack
Kevorkian
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Mientras tanto, el inconformista Dr. Jack Kevorkian publica
un llamamiento a favor de una nueva especialidad
médica, "obitiatría", y utilizando su
máquina del suicidio, eufemísticamente apodada
el "mercitrón", logra cuatro muertes provocadas en
pacientes que no son enfermos terminales.
Procesado dos veces, dos veces se le
encuentra inocente de conducta criminal. En el segundo
proceso a Kevorkian, el juez Davie Breck del Circuit Court
-Tribunal de distrito o circuito- de Michigan,
volviéndose a hacer eco de una postura adoptada por
el juez Compton en el caso Bouvia, mantuvo en su
decisión (21/7/92): "Si una persona se puede negar a
un tratamiento que le mantenga con vida, entonces esta
persona debiera tener derecho a insistir en un tratamiento
que le cause la muerte con tal que el médico
esté dispuesto a asistir y el paciente esté
lúcido y satisfaga criterios racionales."
Además, "la distinción entre suicidio asistido
y la retirada del apoyo vital es una distinción sin
merito." (Nota del traductor: El Dr.Kevorkian fue declarado
culpable y encarcelado por ayudar a suicidarse a un
número grande de pacientes.)
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Exacto paralelismo con el genocidio
nazi
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El Dr. Leo Alexander me comentó perspicazmente sobre
EE.UU. unos meses antes de su muerte hace varios
años: "Joe, es exactamente como Alemania en los
años treinta, se están rebajando las barreras
contra el matar." La evidencia nos rodea por todas partes, y
los notables paralelos entre la corrupción de las
elites en la medicina y el derecho en el Tercer Reich y en
los EE.UU. son perturbadores. Ambos denigraron las vidas de
seres humanos con defectos físicos o mentales; ambos
estuvieron de acuerdo en que ciertas vidas no eran dignas de
ser conservadas; ambos creyeron que la medicina y el derecho
debieran cooperar en acabar con la vida "sin valor". En el
capítulo del libro "A Sign for Cain" ("Una
señal para Caín") de Fredric Wertham, M.D,
-Doctor en Medicina- que detalla los asesinatos por
eutanasia, Wertham cita a un médico alemán del
siglo XVIII, Christoph Hufeland: "Si un doctor se toma la
libertad de tener en cuenta si una vida humana tiene valor o
no, las consecuencias son ilimitadas, y el médico se
convierte en el hombre más peligroso del estado".
Transcurrió un siglo antes de que la trágica
presciencia de Hufeland encontrara cumplimiento en los
programas del Tercer Reich de eutanasia por medio de los
médicos.
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Si no cambian mucho las cosas,
decenas de miles serán inducidos a morir
cada año en los Estados Unidos
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El ritmo del avance de la eutanasia en los EE.UU. es tal que
uno puede predecir con toda confianza que a no ser que sea
detenido ahora, el matar deliberadamente a los pacientes por
decenas de miles llegara dentro de 10 años. Las
primeras víctimas continuarán siendo los que
son caros de cuidar -"desahuciados" en los "márgenes
de la vida"-, que tienen pocos o ningunos defensores.
Será tan racional que, como la rana en agua cada vez
más caliente, no se percibirá ningún
cambio hasta que sea demasiado tarde. Sin que augure nada
bueno, en el Tercer Reich la guerra médica fue hecha
contra "comedores inútiles" y "Lebens unwerten
Leben", "vidas que no son dignas de ser vividas". En los
casos ante los tribunales y la literatura médica en
EE.UU., ocurre hoy del mismo modo una deshumanización
de los pacientes humanos con pocos comentarios adversos. Un
artículo en el The Wall Street Journal pregunta,
"¿Por qué no podemos dormir a mamá?"
-justo como hacemos a nuestros perros-, y encuentra
resonancia en "Helping Mother to Die" -Ayudando a morir a la
madre- de Betty Rollins por la administración de una
"amorosa" sobredosis.
Así, sin pegar un tiro en los
últimos 20 años, ha ocurrido una
revolución: 27.000.000 niños aún no
nacidos ni deseados han sido destruídos legalmente y
ahora, la "ayuda en el morir" se mueve al escenario central,
con la economía decidiendo quién
continuará viviendo y quién será
matado.
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Un primer pequeño paso,
aparentemente sin importancia
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El Dr. Leo Alexander, quien fue especialista en
psiquiatría del Ministerio de la Guerra en los
procesos de Nurenberg a los médicos nazis a mediados
de los años cuarenta, en su artículo en
"Medical science under a dictatorship" ("La ciencia
médica bajo una dictadura, NEJM 39, 39-41, 1949) hizo
una advertencia a la cual no se le prestó mucha
atención en aquel entonces, pero que tiene
importancia profética actualmente.
"Cualesquieras que sean las proporciones
que estos crímenes [de guerra alemanes] asumieron
finalmente, se hizo evidente a todos los que los
investigaron que habían empezado desde comienzos
pequeños. Los comienzos al principio fueron meramente
un sutil cambio en el énfasis en la actitud
básica de los médicos. Empezó con la
aceptación de la actitud, básica en el
movimiento en pro de la eutanasia, de que hay una vida que
no es digna de ser vivida. Esta actitud en sus primeras
etapas se preocupó meramente por los enfermos graves
y crónicos. Gradualmente la esfera de los que
tenían que ser incluidos en esta categoría fue
ampliada para abarcar a los que no producen en la sociedad,
los ideológicamente no deseados, los racialmente no
deseados y finalmente todos los que no eran alemanes. Pero
es importante darse cuenta de que el primer paso hacia
adelante infinitamente pequeño del que recibió
su impulso toda esta tendencia mental, fue la actitud hacia
los enfermos no rehabilitables."
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Profecía: ... así
como el aborto, que mata cada día 4000
personas sólo en Estados Unidos
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Si hace veinte años uno hubiera predicho que con las
actitudes públicas y leyes cambiantes el útero
humano en EE.UU. pronto se convertiría en el lugar
más peligroso de este mundo para el humano aún
no nacido, habría habido una negación masiva.
Sin embargo, los 27 millones de abortos registrados en
EE.UU. desde 1973, más de 4.000 por día, dan
actualmente trágica resonancia a un hecho
indiscutible. Hoy, uno puede predecir con toda confianza que
a menos que se detenga pronto la eutanasia por razones
económicas, dentro de poco se convertirá en la
manera en que la sociedad americana se libre de personas
"onerosas" en el otro extremo de la vida. A cientos de miles
se les dará muerte deliberada y legalmente por la
profesión médica, que extraerá sus
imperativos éticos del Manifiesto Humanista y el
sondeo de la opinión pública más
reciente antes que del Decálogo y la ética
hipocrática.
Seguramente todos debiéramos rezar
para que Dios sostenga y continúe ayudando a
médicos y enfermeras para que nunca se dejen
engañar por el canto de sirena del "matar
racionalmente" -ni antes del nacimiento- ni en el nacimiento
y ni en cualquier otro momento de una vida humana.
¿Que la eutanasia afirma la vida?
¡NO!
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Nota: Joseph R. Stanton, M.D., es un médico que ha
publicado mucho, activista, y padre de 11 hijos. Este
artículo se publicó en el boletín "Life
Advocate", octubre de 1992.
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