Es preciso cambiar la
mentalidad
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Introducción
Presentamos a continuación
algunas ideas que nos podrán ayudar a refutar los
principales argumentos a favor de los crímenes de la
eutanasia y del suicidio asistido. Nuestro objetivo es
proporcionarle al visitante una visión
sintética de la mentalidad antivida de la eutanasia y
el suicidio asistido, sus principales argumentos, la
refutación de los mismos y la visión provida
que debe sustituir a dicha mentalidad antivida.
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Los pro-eutanasia explotan el temor
al sufrimiento
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1. Un
planteamiento equivocado
Los argumentos en pro de la
eutanasia y el suicidio asistido explotan el miedo normal
que todos le tenemos, no tanto a la muerte en sí,
sino al sufrimiento y a la soledad ante ella. Este
sufrimiento es causado muchas veces por el uso exagerado de
"medios desproporcionados" de la medicina, es decir, medios
que infligen cargas graves (dolores agudos, etc.) al enfermo
y que son mayores que los beneficios que se suponían
debían de ofrecerle. Como nadie quiere estar en esa
situación, ni debe estarlo, los promotores de la
eutanasia y del suicidio asistido se aprovechan de ese temor
normal planteando una disyuntiva equivocada.
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Equivocada disyuntiva: o eutanasia
o terrible sufrimiento
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¿En qué consiste ese planteamiento equivocado de
los promotores de la eutanasia y el suicidio asistido?
Consiste en plantear dos alternativas extremas: (1) o le
aplicamos la eutanasia al enfermo (2) o morirá
irremediablemente lleno de dolor y sufrimiento.
Lógicamente, este argumento suscitará la
aceptación de muchos que creen equivocadamente que
esas son las dos únicas opciones. La razón de
ello es que mucha gente cree, equivocadamente
también, que lo que enseña la religión
o la medicina es que debemos mantener con vida al enfermo no
importa los medios que se utilicen y que el no hacerlo
constituye un acto de eutanasia. Entonces concluyen que
ellos están también a favor de la eutanasia.
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No hay que emplear medios
desproporcionados que prolongan el
sufrimiento
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Esto es un lamentable error. En primer lugar no es un acto
de eutanasia el retirar o el negarse a proporcionar "medios
desproporcionados", siempre y cuando se respeten los
legítimos deseos del enfermo (por favor,
diríjase cuando pueda a las ventanas arriba
mencionadas para una explicación más a fondo
de esto). Por consiguiente no tenemos que mantener a un
enfermo sufriendo grave e indefinidamente por causa del uso
de unos "medios desproporcionados". Esto implica que el
planteamiento de los promotores de la eutanasia y el
suicidio asistido está equivocado. Existe una tercera
vía: que no es ni la de matar al enfermo por medio de
la eutanasia y el suicidio asistido, ni tampoco la de
dejarlo sufrir indefinidamente por causa de unos "medios
desproporcionados".
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Si es necesario, se pueden emplear
analgésicos también sí
disminuyen la conciencia o acortan la
vida
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Pero, ¿qué pasa cuando el enfermo sufre dolores
intensos que no son el producto de unos "medios
desproporcionados"? En esos casos, como ya se explicó
en las ventanas arriba mencionadas, podemos utilizar, de
forma adecuada, los analgésicos o calmantes que la
auténtica medicina proporcione. Puede ser que esos
analgésicos tengan como efecto colateral la
aproximación de la muerte o la pérdida de la
consciencia, parcial o completa. Sin embargo, aún el
uso de tales calmantes puede ser lícito si se cumplen
las siguientes condiciones, las cuales son muy razonables y
de sentido común: (1) no hay otra alternativa mejor
(no hay disponibles otros analgésicos que no tengan
estos efectos), (2) no hay más nada que se pueda
hacer, (3) se trata de un dolor grave que experimenta un
paciente terminal, y (4) el enfermo ya cumplió o
puede razonablemente cumplir con sus deberes graves:
arreglar sus asuntos familiares, recibir los sacramentos,
etc. La intención aquí no es matar al enfermo
por medio de fármacos para entonces aliviarle sus
sufrimientos, sino la de aliviarle sus sufrimientos por
medio de medicinas adecuadas, aún corriendo el riesgo
de que la muerte se aproxime más rápidamente
por ello o que pierda la consciencia, parcial o
completamente, siempre y cuando haya graves motivos.
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No se intentará provocar la
muerte aunque se prevea
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Muchos de los que están a favor de la eutanasia y del
suicidio asistido, alegan falsamente que este argumento
sobre los analgésicos es hipócrita porque,
dicen ellos, es el mismo acto de dar una medicina que en
definitiva puede matar al enfermo y que lo único que
cambia es la intención nuestra. A esos tales
respondemos que no se trata sólo de la buena
intención, sino de proporcionar al enfermo una dosis
adecuada a su dolor. Muchas veces la eutanasia ocurre cuando
los médicos partidarios de ella proporcionan dosis
que ellos saben matarán de seguro al enfermo. Pero
cuando un médico que respeta la vida proporciona un
analgésico cuya dosis está encaminada a
aliviar el dolor, pero que al mismo tiempo y lamentablemente
puede tener un efecto ulterior no deseado de acelerar el
proceso de la muerte y hay motivos serios de por medio para
proporcionar dicha medicina (los que mencionamos antes),
entonces no hay ninguna razón para llamarle a ese
acto "eutanasia" ni "suicidio asistido". Está claro
que no es un acto de hipocresía, sino que se hizo lo
mejor que se pudo en una situación difícil.
Está claro también que si el médico
provida tuviera a su disposición un analgésico
mejor, uno que no tuviera los efectos mencionados, utilizara
ése y no otro. El problema muchas veces es que muchos
médicos no han sido entrenados adecuadamente en el
tratamiento paliativo y por eso es que se cree que no hay
alternativas.
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El peligro de no calmar el
dolor
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Aquí es preciso aclarar un punto muy importante: si
bien estamos obligados moralmente a nunca matar directamente
a un inocente, sino a respetar su vida siempre; esto no
implica que debamos mantener su vida a toda costa y con
cualquier medio (de nuevo remitimos a las ventanas arriba
mencionadas para una explicación más
detallada). Recordemos que la vida corporal es un bien muy
elevado, incluso es el más fundamental, la base y
condición de todos los demás, pero no es el
bien más grande que existe, la vida espiritual es
más importante. Puede ser que la serenidad espiritual
de un enfermo terminal peligre ante la experiencia de un
dolor muy intenso, entonces, con el uso adecuado de
analgésicos para calmar el dolor, y no para matar,
tratamos de mitigárselo, aunque se corra el riesgo
(de nuevo, por graves motivos), de que se aproxime la muerte
o la pérdida de la consciencia.
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No medios desproporcionados
Sí medios ordinarios
No intención de matar
Aliviar el dolor
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Resumiendo, ante el dolor de un enfermo terminal, no estamos
obligados a utilizar o a mantener el uso de "medios
desproporcionados". Sí estamos obligados a
proporcionarle las curas necesarias al enfermo, como el
agua, la alimentación (oral o médica), las
medicinas, los calmantes, la ventilación adecuada, la
atención higiénica y del confort y, por encima
de todo, el amor y la solidaridad. No tenemos por qué
ni debemos matar al enfermo ni dejarlo sufrir
indefinidamente. La eutanasia y el suicidio asistido
constituyen una hipocresía y una falsa
"compasión" que buscan la vía fácil,
egoísta y cómoda para resolver los problemas,
en vez de sacrificarse por el enfermo y darle nuestro amor y
compasión.
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2. El falso
"derecho" a morir y el derecho a vivir
Los que promueven la eutanasia y
el suicidio asistido hablan del "derecho a morir". En
realidad todos nos vamos a morir, de manera que no hace
falta inventar un "derecho" para ello, la naturaleza,
queramos o no, se encargará de que nos muramos. No
tenemos por qué, ni debemos apurarnos en este asunto.
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Se trata más bien del
derecho a matarse
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Si lo que se quiere decir con "derecho a morir" es que todo
ser humano tiene el derecho a morir en paz y dignidad,
cuando la muerte natural le llegue, entonces no hay nada que
objetar. Pero lamentablemente eso no es lo que los
partidarios de estos crímenes quieren decir con el
falso "derecho" a morir. Lo que ellos quieren decir es que
la persona tiene el "derecho" a que le apliquen la
eutanasia, el suicidio asistido o a suicidarse, incluso
cuando ella lo estime conveniente. Estos activistas llegan
también a decir la barbaridad de que el acto de
matarse a uno mismo o de procurar la ayuda de otros para
lograrlo es un "acto final de autodeterminación",
"liberación" o "muerte misericordiosa" ("mercy
killing"). Todos estos términos son eufemismos, es
decir, frases bonitas pero engañosas, que intentan
esconder la terrible realidad que se pretende promover: la
eutanasia, el suicidio asistido y el suicidio.
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El egoísmo de los que
ayudan
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Pero quizás lo que más quieren ocultar los
partidarios de estos crímenes es el egoísmo de
los que ayudan a los enfermos. Cuando una sociedad crea una
mentalidad propicia a la eutanasia y al suicidio asistido,
en realidad le está diciendo a los ancianos, a los
enfermos terminales y a los familiares de los pacientes
comatosos: "Miren, no le vamos a ayudar, no vamos a estar
con ustedes para aliviarles el dolor o para ayudarles a
cargar sus cargas, sino que vamos a 'ayudarles' a que se
quiten del medio o vamos a hacerlo con su consentimiento o
incluso sin él."
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... más bien derecho a una
correcta atención médica y
humana
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No existe el "derecho" a quitarse la vida ni a pedir que
otros nos la quiten, ni tampoco, por supuesto a
quitársela a otro, aunque nos lo pida. Las
súplicas de un enfermo o anciano de que lo matemos no
son tanto una petición de muerte, sino un grito de
desesperación de una persona en una situación
vulnerable ante el dolor. ¿Vamos a abandonar a esa
persona en esa situación o vamos a ayudarla a salir
de ella para que recupere su sensatez y reciba el amor, la
solidaridad y la paz que necesita antes de morir de forma
natural? Es una hipocresía inconcebible decir que el
enfermo terminal tiene el "derecho" a decidir su destino (la
muerte), cuando en realidad su situación mental (a
veces causada por los que lo rodean con una mentalidad en
pro de la eutanasia) es lo que lo ha llevado a ese momento
de desesperación y cuando es él y no nosotros
el que está pidiendo eso.
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Sin embargo, independientemente de una condición de
intensa vulnerabilidad psicológica, el suicido
(asistido o no) y, por supuesto, la eutanasia siempre son
actos graves y nunca lícitos. Algunos objetan que por
qué el "derecho" a morir por la propia mano no
existe, si es la propia persona la que lo decide.
Respondamos a este argumento parte por parte.
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La sola decisión personal no
justifica un derecho
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En primer lugar se trata de un argumento circular y por
tanto falaz. Decir: "yo tengo el derecho a suicidarme porque
yo lo decido" no prueba absolutamente nada. En el fondo
implica que la decisión propia lo justifica todo, lo
cual es una aberración y la destrucción, a
nivel de principio, no sólo de la vida misma, sino de
la convivencia social.
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La eutanasia presupone un pobre
concepto de persona
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Pero lo peor de esta mentalidad es la concepción
errada de la persona humana que está en la base de la
misma. En efecto, si yo digo que es lícito matar a
alguien, ayudarlo a que se mate o matarme a mí mismo
porque está (o estoy) sufriendo o porque su (o mi)
vida "carece de la calidad o sentido suficiente", entonces
yo estoy diciendo que la vida humana y en último caso
la persona humana tiene un valor extrínseco y
relativo, es decir, condicionado a la posesión de
ciertas cualidades o ventajas. Estoy diciendo que la persona
humana carece de una dignidad o valor intrínseco y
absoluto, es decir, que no vale por el mero hecho de ser
persona, sino a condición de que posea ciertas
cualidades (de salud, etc.) que la sociedad considera
necesarias para que merezca seguir viviendo.
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... finalmente también los
que no superan "su control de calidad" de
vida
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Esa forma de pensar, ademas de inhumana y equivocada, es
extremadamente peligrosa, ya que conlleva a un declive
resbaloso e interminable de muerte. En efecto, los
promotores de la eutanasia y del suicidio asistido
comenzaron con retirarle el agua y los alimentos a los
pacientes comatosos, luego promovieron la falsa
"solución" de darle una inyección letal con el
consentimiento de sus familiares, ahora en Holanda
están matando a los pacientes terminales y a los
ancianitos aún sin su consentimiento, luego
continuarán eliminando aún a aquellos que no
son pacientes terminales ni pacientes graves ni ancianos. El
"control de calidad" no tendrá fin.
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Si alguien pierde la autoestima,
matarlo sería darle la
razón
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La razón fundamental de que nadie tenga el "derecho"
a matarse o ayudar a otros a hacerlo es porque todos tenemos
una dignidad, es decir, un valor intrínseco y
absoluto, y los valores así no se destruyen, se
protegen y se aman. En realidad la base de la salud mental y
del mismo amor es el valor de la persona. Si yo pierdo el
sentido de mi propio valor o dignidad (la dignidad nunca se
pierde, no importa en qué condición me
encuentre, pero el sentido si puede perderse, aunque no
debería perderse), si yo pierdo, repito, el sentido
de mi propia dignidad, eso equivale a perder mi auto-estima
y mi salud mental. Lo que yo necesito en ese caso es que me
ayuden a recuperar ese sentido, esa autoconsciencia de mi
propio valor como persona, no que me "ayuden" a liquidarme.
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Con la eutanasia se pretende abolir
el amor incondicionado
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Si la sociedad pierde el sentido o la conciencia del valor
incondicional de la persona humana, perderá
también la capacidad de amar incondicionalmente, ya
que el amor y el valor son realidades correlativas, no se
ama lo que no se percibe como un valor. ¿Qué
será entonces de nuestra sociedad, de nuestras
familias, de nuestros matrimonios? Si los esposos no se aman
de esa manera, si los padres no aman a sus hijos de esa
manera y viceversa, si los ciudadanos no se aman o al menos
no se respetan de esa manera, ¿qué pasará
con las generaciones posteriores, cómo
crecerán nuestros hijos, qué clase de ser
humano tendremos en el futuro? Una sociedad que no es capaz
de servir auténticamente (eso es amar) a sus miembros
más débiles ha perdido el sentido de su propia
humanidad y de lo que significa ser civilizado y se ha
convertido en una sociedad caracterizada por la barbarie,
una sociedad donde el hombre es el lobo del hombre, donde se
pisotea ese derecho y ese deseo que está sembrado en
lo más profundo del corazón de toda persona,
lo admita explícitamente o no, de que lo traten como
persona y no como una cosa, que lo traten como un fin en
sí misma y no como un medio para otro fin.
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La mentalidad que favorece la
eutanasia se opone a lo más genuino de la
persona: el amor
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La mentalidad en pro de la eutanasia y del suicidio asistido
lleva en sí misma el germen de la destrucción
social y de lo que significa ser persona, por ello debe ser
denunciada y refutada por todos los medios legítimos
a nuestro alcance. Pero no sólo eso, debe ser
también sustituida por una mentalidad a favor de la
vida y del amor, por una mentalidad a favor de la
protección de los más débiles y
enfermos, por un progreso adecuado en el campo de la salud,
por una mentalidad creadora de formas cada vez mejores de
compasión y ternura y por un correspondiente
léxico provida: "persona" no "vegetal", "vida humana"
no "vida sin sentido", etc. En definitiva se trata de
construir una civilización en pro de la persona y no
en contra de ella.
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