Javier de Oña: "Sólo muevo los brazos, y nunca pienso en lo que no puedo hacer"
Javier de Oña nació en Barcelona hace 36 años. Está casado, y tiene un niño y una niña de 21 meses, mellizos. Le gusta leer, el cine, el fútbol, salir con los amigos, pero «desde que tengo las dos fierecillas todo es un poco más complicado: ahora mi “afición” es conseguir que se duerman y poder tomarnos mi mujer y yo una caña tranquilos para hablar de nuestras cosas». Es el subdirector de la Fundación DKV Integralia, donde comenzó su carrera profesional hace diez años como operador de telefonía con nueve personas. Después le promocionaron a supervisor, responsable de formación y director de centro, junto con la subdirección de la Fundación: «Tuve mucha suerte de estar en el momento adecuado y en el sitio preciso», confiesa.
Con la Vida en los Talones: historias de superación y esperanza
Jesús Poveda y Silvia Laforet
La cultura de la vida
Cuidados Paliativos del Paciente Oncológico
Mauro J. Oruezabal Moreno
sobre la macha: confesiones de un tetrapléjico que ama apasionadamente la vida
Luis de Moya
Seducidos por la muerte
Herbert Hendin
El buen adiós
Jesús Poveda y Silvia Laforet

—A sus 24 años, usted tuvo un accidente de moto que le dejó tetrapléjico. ¿La vida cambia en una milésima?

—Nunca mejor dicho, pasas de caminar, saltar, correr, levantarte, sentarte, coger cosas con tus manos que no valoras por su sencillez, a quedarte completamente inmóvil en la cama, sin poder realizar movimientos muy básicos, como levantar un brazo, un dedo. Es increíble, el shock traumático es muy duro.

—¿Cómo se planteó su «nueva» existencia?

—Incierta, confusa, muy negra; pensaba: «¡Y qué voy a hacer ahora!». Ves a tu familia pendiente a tu alrededor, sufriendo mucho, necesitando que les animes, que les digas que no pasa nada, que tienes que superarte y decir: «Empezamos otra partida...».

—Dicen que en esos momentos ves pasar tu vida como una sucesión de fotogramas muy rápidos...

—La verdad es que no tengo constancia ni sé qué ocurrió en el accidente. Recuerdo todo negro, despertarme en la UCI, intentar mover mi cuerpo y decir: «¡Ups!» Durante los meses immovilizado, viendo que no recuperaba movilidad, me dije: «¡Cuántas cosas debería haber hecho y cuántas de las que hice debería haber disfrutado más!».

—¿Se piensa en la muerte al no poder valerte?

—Se piensa en muchas cosas, creo que alguna vez debí pensar en ella, pero no lo tengo como recuerdo; pensé muchas veces más en lo que me unía a mi vida, y en cómo afrontar la nueva situación.

—Y la afrontó decidiendo vivir. ¿Cómo lo logró?

—No tenía otra salida, con 24 años no te puedes hundir, no te puedes permitir decir ¡se acabó!, tienes una vida que te espera llena de retos. Ha sido el momento clave de mi recuperación, volver a vivir solo, aprender, asumir que necesitaría a alguien para realizar lo que no volvería a poder solo.

—Se casó y tuvo dos hijos. Pura maravilla.

—Eso ha sido lo más fácil del mundo; encuentras a alguien que la ves, que te ve, que te mira, que la miras, que la amas, que te ama, y todo surge con una naturalidad que te lleva a preguntar: «¿Es verdad o un sueño del que me voy a despertar»? Los niños son un regalo. La abuela de mi mujer, que murió con 95 años, decía que «los niños son los quitapenas», y nunca estuve tan de acuerdo como ahora.

—¿Qué tipo de discapacitación sufre?

—Tengo una tetraplejia a nivel C5-C6 motora y nivel C4-C5 sensitiva: No tengo movilidad en los pies, piernas, caderas, tronco, manos, pero los bazos los puedo mover; no plenamente, ya que no tengo tríceps en un brazo, aunque me permite realizar transferencias para trasladarme de mi silla de ruedas al coche, cama... con la ayuda de otra persona.

—Tras once años, llega a subdirector de DKV Integralia. Y comienza a ayudar a otras personas.

—DKV Integralia tiene un objetivo claro: la Inserción Laboral y Social de personas con discapacidad, a través de nuestros centros de atención telefónica y clientes, entre los que contamos hospitales públicos y privados de referencia: La Paz, Valle Hebrón, Denia; empresas privadas, como DKV Seguros, Unilever...; y ONG, como Intermon Oxfam.

—¿Qué tipo de respaldo ofrece?

—DKV Integralia ofrece a las personas con discapacidad la posibilidad de incorporarse al mercado laboral, y dotamos de formación y experiencia profesional. Invertimos el tiempo necesario para un resultado óptimo; tenemos un programa de acogida que personalizamos según las capacidades.

—Es usted optimista, muy humano, y habla de su «discapacidad» en términos de calle. Le admiro.

—Cualquier persona con discapacidad podría explicar su historia, llena de sacrifico, motivación y superación. Un axioma me ayuda a seguir cada día con la misma ilusión y ganas: me preocupo y ocupo de lo que puedo realizar, lo que no puedo hacer lo aparto y me permite disfrutar al máximo de lo que hago sin pensar en lo que no puedo hacer.

—¿Cómo se educa a vivir a quien no desea vivir?

—Miguel Martí i Pol, nuestro Presidente de Honor, decía que una enfermedad, o traumatismo grave, nunca se supera; se asume, y si la has asumido ya la has superado: es la clave para superarla.

—¿A cuántas personas sacó del pozo negro?

—No hay una varita mágica, nadie puede salir de una situación difícil si no quiere. Igual que me ayudaron a mí cuando lo necesité, yo ayudo explicando mi experiencia: comprender que lo que mueve a las personas no son las piernas; hay algo más importante que la forma en la que desplazas.

 

Conceptos

Testimonios

Los médicos

Gente diversa

Correo

La Filosofía

El Derecho

Con la Iglesia

New

Principal