VUELTA A LAS AULAS

"Soy un multimillonario que ha perdido sólo mil pesetas" 

El padre Luis Moya, tetrapléjico, ha vuelto a impartir clases de Ética. 

La Información de Madrid, 5.III.95 SANTIAGO QUIÑONES



La normalidad se veía venir

 

 

 

Más vale pensar en lo que aún se tiene

 

"La verdad es que soy un caso", reconoce en su primera frase. Y lo es. Luis Moya, sacerdote de 42 años, era profesor en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra desde 1983. Pero en 1991, su vida dio un cambio radical. Un cambio que podría haber sido todavía mayor, si no se hubiera sobrepuesto al impedimento físico que se abalanzó sobre él. Hace cuatro años, un accidente de tráfico le dejaba tetrapléjico: perdía la capacidad de mover sus piernas, sus brazos, su cuerpo.

En su circunstancia, algunos desean la muerte y otros se hunden en la autocompasión, en la desesperanza: dan por acabada su vida. No así Luis Moya. Un buen día volvió a subirse a la tarima de un aula universitaria y decidió que le quedaba mucho por vivir. Mucho por enseñar a sus alumnos.

Han sido cuatro años en los que no ha dejado de hacer cosas. "En los dos primeros meses, bastante hacía con ir sobreviviendo a duras penas. A las pocas semanas recuperé mi actividad sacerdotal y empecé a concelebrar: no puedo utilizar las manos, así que necesito siempre a alguien. Luego empecé a confesar, a predicar, a dar charlas. Comprobé que lo fundamental podría seguir haciéndolo, a pesar de estar tetrapléjico. Para ejercer como cura no hace falta correr ni tener un especial dinamismo físico, sino mantener la cabeza clara", afirma Luis Moya.

Impresiona la aceptación y la forma de ver la vida desde su particular situación. "Hay que partir siempre de quién es uno, cómo es uno y qué es lo que ha perdido. Ser persona, hijo de Dios, cristiano y sacerdote y miembro del Opus Dei, esos son mis valores. Todo lo demás son adornos. Yo soy lo más grande que hay en este mundo, junto con otros millones de personas. Soy un multimillonario al que se le han perdido 1.000 pesetas".

La decisión de volver a clase la tenía tomada desde el principio y en ningún momento le supuso un problema. "Reconozco que soy un caso bastante insólito, y visto desde fuera quizá pueda parecer una temeridad", afirma el padre Moya. "Cuando volví por primera vez a las aulas, me dio la impresión de que no había cambiado nada. Tenía la sensación de que estaba dirigiéndome a los alumnos como si el día anterior hubiese interrumpido la clase o hubiese vuelto de unas vacaciones".

Lo importante... no lo he perdido

 

 

 

Habla con alegría de la forma que se comportan con él sus alumnos y se siente agradecido porque le tratan como a cualquier otro profesor.

Este profesor de Ética, que es consciente de la cantidad de gente que le quiere, no se siente modelo de nada, "en todo caso de sentido común".

Está convencido el padre Moya que "lo importante es lo que viene. Si pienso en lo que he perdido, en lo que podría hacer si no estuviera así, me pasaría el día llorando y no me da la gana".

--Hablando con usted parece que está sano como una pera. ¿Lo está?

--No. Bueno, de cuello para arriba sí. Lo que me parece demencial es dar importancia sólo a lo que tenemos en común con los animales.

Conceptos

Testimonios

Los médicos

Gente diversa

Correo

La Filosofía

El Derecho

Con la Iglesia

New

Principal