La admiración de algunos

 

Labor de todos

SOBRE LA MARCHA, p. 55


Con frecuencia recojo de diversas formas la admiración de la gente. De bastantes que me conocen ahora por primera vez; de otros que me conocían ya antes y vuelven a verme o reciben noticias de mí despues de un tiempo; y de algunos que, tratándome a menudo, parece que se maravillan de la constancia de ánimo que mantengo, del optimismo, o de los progresos en la adaptación al entorno: cómo manejo la silla o el ordenador, o la capacidad para desenvolverme por la calle o en la universidadÉ

No pienso yo que vivir así sea algo extraordinario. No tengo la impresión de estar haciendo nada especialmente difícil. Una existencia sobre cuatro ruedas no es, desde luego, frecuente, aunque cada día nos vayamos acostumbrando más al inválido y a su rodada marcha. De ahí que si la admiración viene por lo raro del fenómeno, es comprensible, pero sólo hasta cierto punto; pues los fenómenos no son admirables ni merecen aplauso porque sean raros, ni por la sofisticación que conllevan ni, en definitiva, porque llamen la atención.

--No, si no es sólo por eso -me dirán-. Es que tiene mucho mérito su constancia, su empeño, su fortaleza en medio del padecimiento y la alegría que suele manifestar, la conformidad que parece sentir con su estado. Y es que, además, no paraÉ Otro en su caso no se complicaría la vida tantoÉ

 

 

No soy mejor que antes

 


Y así podríamos continuar todavía un rato más considerando las "virtudes" de don Luis, mientras no sé de qué sonreírme más, si de la candidez de algunos o de mí mismo, que, como siga escuchando, hasta me lo voy a creer. Pero seguramente lo mejor será dejar las sonrisas para otro momento, porque esto es bastante serio.

No tengo la impresión de ser extraordinario ni que las cosas me resulten demasiado difíciles. Más bien me parece que lo mío es de una dificultad normal, teniendo en cuenta lo que debo hacer en realidad; es decir, lo que se espera de mí, y las posibilidades reales que tengo de llevarlo a cabo. Considero que lo que hago es perfectamente razonable para mi situación, entendida como el conjunto de la limitación física, más las aptitudes o cualidades naturales o adquiridas con el tiempo -que poseo como cualquiera-, los medios materiales de que dispongo y la ayuda que recibo de los que me quieren. Esto último solo tiene por sí mismo tal fuerza, estimula, anima tanto, que es en buena medida -aparte de mi propia libertad-, la clave para ser capaz de vivir con intensidad una vida valiosa, sea cual sea la aptitud física. Al menos, ésta es mi experiencia. Por eso trato de explicar, sobre todo cuando noto demasiada admiración en los espectadores, que, realmente, soy labor de todos. Además, si mi conducta resulta ahora especialmente edificante, tal vez sea porque siendo en el mejor de los casos correcta -no tengo la impresión de ser ahora más heroico que en abril de 1991 (año en que me quedé tetrapléjico)- es, eso sí, más notoria y peculiar, y llama la atención más que antes, por más que yo pretenda pasar inadvertido.

 

 

El mérito de muchos

 

 

 


Y siendo así, ¿a quién convendrá aplaudir? Porque en mi persona confluyen tantos intereses, tantos esfuerzos, tanto trabajo y tanto cariño... Habría que ser ciego para no verlo, y muy injusto para no sentir gratitud aunque los demás no quieran agradecimiento. Porque tal vez merezcan más las gracias quienes, sin tratarme y a veces conociéndome sólo por referencias, me encomiendan a Dios. Habrá, por eso, que saber ver a don Luis y, sin solución de continuidad, junto a él a un buen grupo de "amigos" gracias a los cuales es posible el trabajo al que me reincorporo en mayor medida cada día, la evolución favorable que se nota en la capacidad de moverme en distintos ambientes y el dinamismo que poco a poco voy recobrando, la salud física -siempre relativa- y la mental, y esta paz interior que hace que me sienta fundamentalmente bien. A veces me emociono pensando en algunas de las personas que demuestran en estos días, o han demostrado en el pasado, interés por ayudarme; y con frecuencia reflexiono sobre la responsabilidad que tengo al contar con tanta ayuda. Me parece que, en mi situación, vengo a ser como esos niños, hijos de padres ricos, con las puertas de su vida abiertas al triunfo y, por eso, con más obligación de progresar que otros que no tienen tantos medios.

Conceptos

Testimonios

Los médicos

Gente diversa

Correo

La Filosofía

El Derecho

Con la Iglesia

New

Principal